La mayor de Las Antillas, llamada a convertirse en plaza fuerte del turismo de naturaleza en el Caribe, acompaña las ofertas de la industria del ocio con una envidiable riqueza de la flora y la fauna, donde buena parte de las especies son endémicas de la isla.
La posición geográfica del archipielago cubano, apoyada en un clima tropical, han permitido reunir en un espacio de unos 100 mil kilómetros cuadrados las más diversas especies animales y vegetales, en un panorama donde el cocodrilo impone su signo peculiar.
Depredador feroz, cuenta con una fama muy similar a la del león -el llamado rey de la selva-, aunque su presencia en la isla se limita a hábitats restringidos donde los visitantes pueden apreciar en toda su magnitud (y sin peligro alguno) las distintas etapas de la vida de esa especie.
En el país caribeño se encuentran ejemplares del llamado Rhombifer, endémico de Cuba, el cual se caracteriza por un cuerpo macizo y la piel gruesa y rugosa, para mostrar así un animal poco agraciado a la vista y que sin embargo encierra su atractivo para los visitantes.
Su nombre viene precisamente de la forma romboidal de su cabeza, además de presentar un desplazamiento erguido y preferencia por sitios de agua dulce, en regiones lejanas y de difícil acceso.
Los especialistas reportan también la existencia en la isla del llamado Cocodrilo Americano -marcado por el hecho de reptar y su traslado hacia aguas saladas en la temporada de reproducción-, así como una población limitada del caimán o babilla colombiano.
Los principales núcleos de esa especie se localizaron antaño en la Ciénaga de Lanier -en la actual Isla de la Juventud-, así como en el Río Cauto, Laguna de Baconao (en el oriente), la Ciénaga de Zapata y Batabanó.
En la actualidad, la población más numerosa de Rhombifer esta en la Ciénaga de Zapata -verdadero paraíso para el ecoturismo y el mayor humedal del Caribe-, unido a varios centenares de ejemplares en la Isla de la Juventud.
Numerosas leyendas -algunas con una parte de verdad- están ligadas a la historia de esa especie, a la cual se le atribuye un marcado carácter agresivo, y sin embargo incapaz de afectar a los miles de visitantes que cada año acuden a los sitios especialmente diseñados para contemplar al reptil en su medio.
Para los cubanos tiene también el especial atractivo de ser el cocodrilo un animal con el cual se compara a la isla mayor del archipiélago, considerada por muchos como un verde caimán en el Caribe.
La legislación cubana, elaborada para preservar la existencia de esa peculiar pieza de la fauna nacional, prohibe la caza y venta de la carne y piel -esta última muy demandada en la industria del calzado-, y solo bajo un estricto control se autorizó la comercialización del Rhombifer.
Precisamente en la Ciénaga de Zapata se localizan dos restaurantes especializados en platos elaborados a base de carne de cocodrilo, de sabor agradable y una consistencia similar a la del pollo, con las mas diversas formas de preparación, todo ello sin descuidar la protección a ese singular animal.