La capital de la mayor de Las Antillas, convertida en el principal polo turístico del país, encierra los atractivos mas singulares para los amantes de la historia, cultura y tradiciones acumuladas en varios siglos de existencia.
Decenas de inmuebles recogen en su arquitectura la huella de las diversas etapas de vida social que encontraron su reflejo en La Habana, donde su Centro Histórico fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1982.
De acuerdo con especialistas, esa parte de la urbe abarca un área cercana a las 142 hectáreas y atesora unas tres mil 500 edificaciones, de las cuales una séptima parte posee un elevado valor patrimonial.
La Habana, también llamada siglos atrás Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa en la actualidad un singular museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó la histórica urbe.
Muchos de los inmuebles y sitios históricos, en perfecto estado de conservación y casi sin mostrar la huella del tiempo en sus fachadas y paredes, abren hoy sus puertas como un destino seguro para los miles de vacacionistas que cada año apuestan por el ocio en la capital de la isla.
Varios de los más emblemáticos se han beneficiado de un amplio proceso de restauración, para convertirse en hostales y hoteles que buscan conservar una imagen similar a la de la época en que surgieron.
De esa forma, su presencia constituye un elemento de interés para el turismo, en especial aquellos vacacionistas que prefieren el bullicio urbano y los recorridos por calles que conservan la frescura de antaño.
Entre esas instalaciones, convertido en un pequeño refugio para el ocio en la capital cubana, esta el Hotel Beltrán de Santa Cruz, propiedad del grupo Habanaguanex S.A., encargado de las operaciones turísticas en la parte histórica de La Habana.
El establecimiento de 11 habitaciones se localiza en una elegante casona del siglo XVIII, enclavada muy cerca de la Plaza Vieja, la cual abrió sus puertas convertida en una acogedora hospedería, donde la combinación de elementos modernos y antiguos es un motivo que exalta la originalidad de su atractivo diseño.
Esta vivienda de noble estirpe, construida por los progenitores de Gabriel Beltrán de Santa Cruz, primer Conde de San Juan de Jaruco, posteriormente perteneció a descendientes del ilustre Marqués de Cárdenas de Monte Hermoso.
Según las tradiciones, en ese inmueble fueron atendidas varias de las más relevantes personalidades que visitaron la urbe en ese periodo, entre ellas el naturalista alemán Alejandro de Humboldt, así como los príncipes franceses Conde de Beaujolais y los Duques de Montpensier y Orleans.
Precisamente, la historia recuerda que ese último personaje tuvo el honor de convertirse posteriormente en el rey Luis Felipe I de Francia.