Sol, mar y blancas arenas se dan la mano en el balneario cubano de Varadero, el más famoso entre las decenas de excelentes playas localizadas en toda la isla y favorecido además por numerosos atractivos que complementan su oferta.
Excursiones a sitios aborígenes, festivales de locomotoras a vapor, deportes náuticos y pesca se combinan para diseñar una opción de descanso preferida cada año por los miles de visitantes que acuden al mencionado destino.
Entre los programas más recientes esta el del Club de Golf Varadero, instalación que coloca a la mayor de Las Antillas entre las naciones con esa modalidad, mezcla de deporte y descanso muy demandada por los turistas.
El complemento de ese campo esta en su Casa Club, sitio de obligada reunión para los jugadores después de una jornada de faena y la cual lleva por nombre el de Mansión Xanadú -ubicada en las Peñas de San Bernardino- y que fuera diseñada en 1927 por los arquitectos Cavarrocas y Govantes.
El surgimiento del inmueble esta vinculado a la figura del multimillonario estadounidense de origen francés Irénee Dupont de Nemours, quien precisamente en ese año adquirió 180 hectáreas en la Península de Hicacos, entre ellas ocho kilómetros de excelentes playas.
La casa, de 11 habitaciones e igual número de baños en sus inicios, incorporó además tres terrazas, siete balcones y un embarcadero privado, donde destacan el empleo de maderas preciosas -entre ellas la caoba, el cedro, jiquí y el sabicú- en combinación con mármoles procedentes de Cuba, España e Italia.
Hacia 1932, Dupont instaló en la casa un órgano, considerado el más grande entre los colocados en residencias privadas en América Latina, con un costo cercano a los 110 mil dólares en esa época y cuyo funcionamiento era manual y automático.
De acuerdo con especialistas, el nombre esta relacionado con un poema que describía la construcción del Palacio maravilloso perteneciente al emperador Kublais Khan, legendario guerrero y conquistador de la China.
Xanadú fue también, según la historia, el antiguo Reino de los Tártaros, que se extendía por todo el Asia Central y Occidental y parte de Rusia.
A inicios de los años 60 fue convertida en el restaurante Las Américas, mientras que ahora espera por los visitantes transformada en el Club House, donde se pueden degustar bebidas de las más diversas marcas y procedencias.
Selectos vinos de la isla, franceses, italianos, españoles y chilenos -entre otros- esperan en excelente estado de conservación por la llegada de los interesados en su consumo, en una relación que incluye al Chateau Laroque, Barbaresco, Santa Cristina, Faustino V, Marqués de Arienzo y Crozes Ermitage, por sólo mencionar algunos.
Asimismo, la mansión brinda servicios de banquetes para grupos de incentivos, bodas y otras celebraciones, así como facilidades destinadas a reuniones y la coctelería internacional del Bar Panorámico "Casa Blanca".