El sistema cubano de salud, respaldado por miles de profesionales y tecnología de avanzada, tiene entre sus prioridades el enfrentamiento a problemas como la drogadicción y el alcoholismo en busca de una mayor calidad de vida.
Las diversas instalaciones cubanas dedicadas a tratamientos contra adicciones se localizan por lo general en ambientes rurales, rodeadas de vegetación, para de esa forma garantizar un entorno agradable y controlado a los pacientes. En ese contexto, equipos multidisciplinarios asumen la atención de los afectados durante las 24 horas del día.
Como parte del programa de enfrentamiento a las adicciones, los especialistas organizan recorridos por zonas de playa y lugares de interés general, con vistas a combatir la sensación de aislamiento que afecta a los pacientes sometidos a los mencionados procedimientos.
Al enfrentar las adicciones, resulta de especial importancia el hecho de asumir su tratamiento en lugares alejados a su residencia, pues de esa forma muestran una mejor disposición para superar esa dependencia.
Los programas de atención a las adicciones contemplan un tiempo mínimo que oscila entre 97 días y seis meses, con diversas etapas donde se realiza la evaluación y diagnóstico del paciente, y su posterior rehabilitación integral e inserción familiar y social.
Para ello las personas deben tomar la decisión de ingresar al procedimiento de forma voluntaria, no padecer de SIDA ni enfermedades hepáticas y contar con el acompañamiento de un familiar durante la fase de evaluación y los primeros días del programa.
En esa labor, el sistema cubano se apoya en la experiencia de atención a la salud mental en la isla a partir de los años 80, con trabajo en equipo y el empleo de métodos terapéuticos naturales, entre otras alternativas, los cuales, de conjunto con los tratamientos habituales, evitan el consumo de tóxicos a partir de la modificación del estilo de vida y de técnicas de control por parte del propio enfermo.
Como aspecto novedoso, Cuba promueve diversas medidas y procedimientos para reducir el consumo de cigarrillos, para lo cual dispone de unos 240 consultorios en todo el país con capacidad de prestar apoyo en iniciativas de desintoxicación.
Desde el punto de vista gubernamental, la mayor de Las Antillas suscribió el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco, que tiene por objetivo limitar el daño que causan sus productos derivados.
Ese convenio establece prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, y aboga por la subida de los impuestos y del precio, entre otros aspectos.
Entre los tratamientos aplicados en la isla contra el consumo están la terapia psicológica, floral, medicina natural y tradicional, acupuntura y homeopatía, así como terapias sustitutivas (parches de nicotina).