La estrategia cubana para el sector de la salud, respaldada por la presencia de miles de profesionales, equipamiento de última tecnología y decenas de centros especializados, tiene también su apoyo en los programas de medicina tradicional y natural.
El mencionado procedimiento, llamado además medicina alternativa o complementaria, toma como base para su desarrollo aquellas experiencias y prácticas transmitidas de generación en generación y que llegan con fuerza hasta nuestros días.
Asimismo, constituye una opción para el tratamiento efectivo de las más diversas dolencias, sin tener que acudir a formulaciones químicas de origen sintético y que muchas veces tienen efectos secundarios molestos en extremos para determinadas categorías de enfermos.
En ese sentido, el programa cubano para el desarrollo de la medicina bioenergética y naturalista traza una estrategia que abarca la formación y capacitación de recursos humanos, investigación científica y desarrollo tecnológico, integración de los recursos terapéuticos a la red sanitaria y producción, distribución y uso de los productos naturales.
La aplicación de esos procedimientos se sustenta en la existencia de una red de laboratorios encargados de procesar materias primas de origen natural para la elaboración de jarabes, linimentos, extractos fluidos, talcos, tinturas y digestivos, entre otros productos excelentes para combatir distintas afecciones.
Para mantener una producción estable surgen establecimientos dedicados al cultivo de plantas medicinales, con el propósito de no dejar solo a la decisión de la naturaleza el crecimiento de esas especies de gran utilidad para la salud humana.
De manera paralela, los centros cubanos de investigación tienen entre sus prioridades el estudio de una amplia gama de variedades vegetales, para determinar de esa forma sus posibles propiedades medicinales y la factibilidad de su utilización en el sistema nacional de salud.
Unido a ello, en beneficio de la salud se aprovechan además las peculiaridades de las aguas y fangos en varias zonas de la isla, cuyas propiedades revelan estar en condiciones de desempeñar un papel clave con vistas al tratamiento de varias dolencias.
En ese amplio espectro resalta la occidental provincia de Pinar del Río, donde se localiza en balneario de San Diego de los Baños, el más antiguo del país, y que impulsa además la elaboración de cosméticos a partir de aguas con elevado contenido de azufre.
Mientras, en los territorios de Ciudad de La Habana y La Habana están las aguas mineromedicinales de composición bicarbonatada cálcica y sódica, sulfuradas y silíceas, en los balnearios de Santa María del Rosario y Madruga, respectivamente, con una adecuada infraestructura turística, playas y clima marítimo.
Unido a los baños, las aguas medicinales se suministran envasadas a la red comercial, para de esa forma contribuir a los tratamientos gastrointestinales y elevar la calidad de vida de la población.
Por todo ello, la naturaleza cubana se erige como una pieza clave en los programas de salud actualmente en ejecución en la isla, con la ventaja de ser un medicamento sin efectos colaterales y al alcance de la mano.