El componente social en América Latina y el Caribe, caracterizado por ser heterogéneo, cuenta con una gran presencia de elementos culturales e históricos llegados desde otros continentes.
En ese entorno destaca como un elemento clave el arribo de miles de esclavos traídos a la fuerza al subcontinente por los colonizadores en calidad de fuerza de trabajo, con un aporte mayoritario de las diversas tribus de Africa.
Bajo esas premisas surge precisamente la iniciativa conocida como la Ruta del Esclavo, la cual pretende coordinar y promover estudios sobre ese acontecimiento histórico en cada uno de los países involucrados en el tráfico negrero.
Como objetivo clave del proyecto esta en mostrar al mundo este fenómeno, estudiar sus causas, modalidades de ejecución, desarrollo y consecuencias, así como valorar su impacto y propiciar la salvaguarda de algunos elementos que testimonien la huella africana en nuestras tierras.
Para los expertos, la iniciativa responde al interés por reflejar el desplazamiento forzoso del que fueron objeto poblaciones enteras, civilizaciones e incluso culturas.
Por tal motivo, la Ruta del Esclavo busca también poner al descubierto el tema de la trata, sus consecuencias y los sólidos vínculos creados entre los pueblos del llamado continente negro con Europa, América y el Caribe.
En el caso de Cuba el proyecto encierra especial importancia, pues se estima que durante la etapa de la esclavitud ingresaron al país mas de un millón 300 mil negros traídos de diferentes zonas de Africa.
Con ellos ingresaron a la mayor de Las Antillas costumbres, tradiciones, exponentes de la cultura y la religiosidad, transmitidos de generación en generación y que llegan hasta nuestros días.
Respecto a la isla, la enorme masa de esclavos mostraba una procedencia sumamente variada, con etnias como lucumí, carabalí, congo, ganga y mina, presentes en la composición de la nacionalidad cubana.
Del desarrollo de este proceso, han quedado en Cuba profundas huellas materiales e inmateriales, testigos de una época, que bajo las evidencias de antiguos ingenios azucareros, cafetales, barracones, y otras instalaciones que permanecen en los campos.
En definitiva, con estas acciones se aspira a romper el silencio sobre el tema de la trata transatlántica y la esclavitud por medio de un estudio histórico de las causas y de la dinámica del comercio de esclavos.
Asimismo, el desarrollo de diversos programas en el marco de la Ruta del Esclavo pone al descubierto la interacción entre pueblos afectados, además de impulsar un ambiente de coexistencia pacifica y tolerancia entre las comunidades.
De tal forma, el fomento de programas de ese tipo constituye además una excelente oportunidad para conocer una pieza importante de nuestros orígenes, presente con toda su riqueza cultural y religiosa en las naciones latinoamericanas y del Caribe.