El fenómeno de la esclavitud, presente en la mayor de Las Antillas durante años, dejó una profunda huella en la sociedad que llega hasta nuestros días de la mano de tradiciones, costumbres y ritos de la religión.
Por doquier existen sitios en la geografía de la isla que recuerdan a cada momento a miles de hombres, mujeres y niños, arrancados a la fuerza de sus hogares para nunca más volver.
Bajo esas condiciones, la propuesta de crear programas dedicados a divulgar la realidad de ese cruel proceso y su influencia social sirvió de base para el lanzamiento del proyecto de la Ruta del Esclavo en el país caribeño.
Con ese paso, Cuba llevó a la práctica un proyecto de organismos internacionales que ya sirvió de incentivo para la creación de opciones similares en Centroamérica y Asia.
En ese esquema destaca la creación de museos y monumentos como el Castillo de San Severino y los restos del ingenio Triunvirato, símbolos de acontecimientos que marcaron a la esclavitud en el país.
En esa dirección está precisamente el Monumento al Cimarrón, localizado en el poblado de El Cobre, en el territorio que ocupa hoy la oriental provincia de Santiago de Cuba.
La historia de siglos atrás recoge numerosas sublevaciones, todas reprimidas con extrema crueldad y que sin embargo dejaron su huella en la historia de la mayor de Las Antillas
Por lo general el vocablo cimarrón se utilizó en el continente americano durante la época colonial para denominar a aquellos esclavos que optaban por escapar de la severa explotación a que eran sometidos.
Para Cuba, se vincula también a la palabra palenque, sitio de asentamiento de los fugitivos, perseguidos constantemente por los rancheadores, al servicio de los colonizadores y encargados de capturar a los esclavos rebeldes.
De ahí la importancia de perpetuar en un monumento a aquella cultura que dejaron los esclavos fugitivos, situado sobre los restos de un antiguo cerro llamado del Cardenillo.
Precisamente, en un lugar severamente golpeado por la extracción minera durante siglos se levanta la estatua conmemorativa, realizada por el artista Alberto Lescay y parte integrante de la propuesta de la Ruta del Esclavo en la isla.
El maltrato de los colonizadores sobre aquellas personas arrancadas a la fuerza de sus hogares tuvo también su reacción en las sublevaciones ocurridas en diversas partes del país.
Para los conocedores, el monumento es visto como un punto de escala y reflexión sobre el valor que en todos los tiempos tiene la resistencia y la rebeldía frente a las acciones de opresión y las injusticias.