El flagelo de la esclavitud, surgido como consecuencia del accionar colonial en busca de mano de obra, dejó una huella imposible de borrar en todo el continente americano.
En Cuba, toda su geografía muestra por doquier recuerdos de la tragedia, con zonas arqueológicas, plantaciones y barracones, estos últimos dedicados a acoger a los maltratados en condiciones de hacinamiento.
También los cantos, bailes y manifestaciones llegadas al país encuentran su espacio, se extienden por los rincones de la mayor de Las Antillas y están a disposición de todos en la sociedad actual.
Muchos de ellos forman parte de festividades de renombre como los carnavales, a los cuales se dedican incluso instituciones para preservar esa herencia en la cultura nacional.
Un gran número de esas entidades respaldan el accionar a favor de esa propuesta, para de esa forma dar a conocer la rica tradición existente en la isla.
Localizado en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia de igual nombre, se encuentra el Museo del Carnaval, dedicado a esas manifestaciones culturales de gran arraigo en el país.
Sus salones están completamente dedicados a la historia de estos populares festejos, distintos de los que se realizan en otras partes de Cuba, debido fundamentalmente a que en sus orígenes mezclaron influencias españolas, africanas y franco-haitianas.
Precisamente, esa combinación de culturas impuso una mayor diversidad danzaria y rítmica, el uso de disfraces y otros elementos distintivos que hacen a los carnavales de Santiago de Cuba los más espectaculares del país.
En tal sentido, destacan manifestaciones como las llamadas congas, entre las cuales destacan la de los Hoyos (Hijos del Cocoyé) y la de Paso Franco.
El centro se localiza en una construcción de mediados del siglo XVIII, con un corredor totalmente colonial que es además uno de los pocos de la época que aún se conservan en la ciudad.
Su surgimiento está vinculado a la necesidad de mantener viva esa tradición y recoge las diversas etapas de esa manifestación popular, reflejadas en sus siete salas y más de 250 exponentes, entre ellos fotos, vestuarios e instrumentos musicales utilizados en las festividades.
Para los especialistas, los carnavales de Santiago de Cuba están considerados entre las tres fiestas populares de mayor reconocimiento en el país, con la presencia de instituciones centenarias vinculadas al evento.
En ese tipo de celebración destaca en especial el componente africano y caribeño, reflejado en los ritmos y danzas que acompañan al jolgorio por las calles.