La ciudad de Camagüey, capital de la provincia cubana de igual nombre, acoge en sus límites una inigualable riqueza patrimonial que corresponde a 493 años de historia desde la época colonial hasta nuestros días.
Surgida con el nombre de Villa de Santa María del Puerto del Príncipe en la bahía de Nuevitas, fue trasladada al interior, junto a las márgenes del río Caonao, y luego a su actual localización, donde al iniciarse el siglo XIX pasó a ser llamada oficialmente Camagüey.
A pesar de estar situada a unos 70 kilómetros de las costas norte y sur de la isla, no escapó al asedio de los piratas, quienes incursionaban tierra adentro en el siglo XVII con el afán de saquear, según los cronistas de la época, la ya entonces próspera Villa.
Llamada también "la ciudad de los tinajones", ostenta como elemento peculiar a esos enormes recipientes de barro cocido, utilizados siglos atrás para almacenar el agua de lluvia con destino al consumo humano y que ahora adornan jardines y parques.
La urbe muestra en la actualidad una mezcla de modernismo con historia, en un entorno donde las nuevas edificaciones se interrelacionan con aquellos atractivos históricos que brindan la personalidad a la urbe.
Camagüey sigue siendo una ciudad con templos de una sola torre, fachadas con guardapolvos y pilastras, ventanas con artísticos enrejados, casas de portales interiores y techos de rojas tejas, signos de una arquitectura sobria y a la vez llamativa, todo ello ubicado en un verdadero laberinto de callejones.
Las calles evidencian un comportamiento caprichoso de sus creadores, pues mantienen su trazo recto apenas en tramos cortos, para después tomar las más diversas orientaciones y conformar incluso triángulos o cerrarse en una de las innumerables plazas de la antigua villa.
En efecto, los hay hasta de apenas poco más de un metro de ancho o de unos cuatro de longitud, así como las Cinco Esquinas del Angel, un sitio pintoresco que ilustra el peculiar trazado de la ciudad.
El principal de esos espacios es el ahora llamado Parque Ignacio Agramonte, surgido ya en 1528 como Plaza de Armas y que mantiene su condición de núcleo de la estructura arquitectónica de la urbe a pesar de los cambios provocados por el paso del tiempo.
Más cercanos a nuestros días es el Teatro Principal – edificado en 1850 – abundante en mármol y cristal, en tanto el siglo XVIII nos legó la iglesia de La Merced, donde los visitantes tropiezan con un Santo Sepulcro elaborado en plata, la mayor pieza de ese tipo en el país.
La exuberancia de la flora cubana tiene su espacio en el Casino Campestre, el parque urbano más grande del interior del país, lugar para la reflexión y el esparcimiento espiritual, poblado de estatuas que honran a personalidades de la historia nacional.
Pilar de la cultura cubana, esta ciudad que vio nacer en 1628 la obra literaria Espejo de Paciencia, la primera escrita en Cuba, tiene también el mérito de ser la cuna del Poeta Nacional Nicolás Guillén y de un numeroso grupo de reconocidos escritores.