Envuelto en un fascinante entorno de pescadores y con todo el encanto de épocas pasadas, la Terraza de Cojímar encierra hoy los atractivos de un bar-restaurante a orillas de las aguas del Mar Caribe.
Sede obligada antaño para pescadores y trabajadores vinculados a las faenas del mar, las mudas paredes del local han sido testigos durante años de las más inverosímiles narraciones de sencillas personas dedicadas por entero a la faena en el azul intenso de la corriente del Golfo.
Abierto por primera ocasión en 1925, en el poblado costero de Cojímar, operó en un inicio bajo el nombre de Las Arecas como una bogeda mixta propiedad de Don Manuel García Rodríguez, ubicada en ese entonces en la calle más antigua de la localidad: la Calzada Real de la Reina Isabel II.
Con los años se convirtió en una modesta fonda para pescadores y transeúntes, hasta llegar a manos de Salvador Blanco, quien le otorga su actual título y la lleva a la fama con el respaldo involuntario del popular escritor estadounidense Ernest Hemingway.
Precisamente aquí el novelista conoció al pescador Anselmo Hernández, quien le sirvió de inspiración para una de sus obras más famosas: El Viejo y el Mar.
Ganador en 1954 del premio Nobel de Literatura, Hemingway llegó a La Terraza de la mano de su patrón y amigo Gregorio Fuentes, tras lo cual se convirtió en asiduo visitante del establecimiento, tantas veces por él mencionado en sus obras.
En ese sentido, cabe recordar la descripción de su primera visita al acogedor lugar, tras señalar su llegada "en una luminosa mañana de primera, donde el viento soplaba desde el este a través del restaurante abierto".
"A través de la terraza abierta miro el mar, de un azul profundo y con crestas blancas, entrecruzado por las barcas pesqueras que curricaneaban en busca de dorados", escribió.
En numerosas ocasiones el Pilar era seguido de cerca por los visitantes del lugar, que se encontraban poco después con la impresionante figura del escritor, quien acudía para disfrutar de un delicioso almuerzo marino o de su trago preferido: el daiquirí, complementado con un entorno cargado de anécdotas, esperanzas y frustraciones.
En los 75 años de su existencia, La Terraza fue sometida a una reparación capital en 1991, tras lo cual se convierte en centro obligado del turismo internacional y premiado en dos ocasiones en la Feria Turística de Madrid como uno de los mejores restaurantes de la isla, aunque sin olvidar los momentos más agradables de su historia.
El salón principal mantiene sus amplios ventanales, que ofrecen una vista panorámica del mar, con sus pescadores y embarcaciones en plena faena u oscilando al vaivén de las olas en el sitio de su estacionamiento.
La presencia de Hemingway y sus acompañantes habituales llega hasta nuestros días con los tragos Don Gregorio y el Daiquirí Hemingway, imprescindibles acompañantes de una de las mejores cartas de comidas marinas para degustar cómodamente sentados en un mobiliario que respeta las épocas, a la espera incluso de una posible aparición del escritor que nunca llega.