Ciudad de La Habana, principal destino turístico de la mayor de Las Antillas, combina sus atractivos tradicionales de sol, playa, cultura y tradiciones con una oferta gastronómica de excelencia que responde a los gustos más exigentes de los visitantes. Unido a la riqueza que ofrece una arquitectura donde están presentes elementos de la época colonial, la ciudad exhibe por doquier una amplia diversidad de propuestas.
Desde los sitios más sencillos, diseñados al estilo más moderno de los establecimientos de comidas rápidas, hasta centros con una historia de varias decenas de años, las alternativas están al alcance de todos.
Precisamente, entre las más reconocidas está la famosa Bodeguita del Medio, la cual consolidó en los últimos años su papel como la casa de comidas local abanderada por excelencia de la nueva era del turismo en el país.
La B del M – como también se le conoce – se encuentra a unos pasos de La Plaza de La Catedral, (Empedrado 207), un sitio sumamente visitado por turistas y entre sus ofertas más conocidas está el Mojito, trago a partir de ron cubano ligero, hierba buena, limón, hielo y azúcar.
Sin embargo, la fama de la Bodeguita no sólo está en su comida, sino también en una singular costumbre que lleva a los comensales a estampar sus firmas, frases y fotos en las paredes del establecimiento, como una señal indeleble de su paso por la mayor de Las Antillas y que suman ya varios miles.
Mientras, en el extremo oeste del malecón habanero destaca el Restaurante 1830, ubicado en un inmueble cuya historia se remonta al siglo XIX cuando en el lugar se localizaba un restaurante llamado Arana, cuya fama se extendía por la ciudad gracias a las especialidades de la casa: el Arroz con Pollo a la Chorrera y el Bacalao a la Vizcaína.
Hermosas rejas de la época, vitrales y balcones de maderas preciosas torneadas que recuerdan el neoclásico reciben a los visitantes que apuestan por el sitio para descubrir los más exquisitos platos de la gastronomía cubana e internacional.
Para las especialidades en productos del mar muchos prefieren a La Terraza de Cojímar, complementada con un fascinante entorno de pescadores y con todo el encanto de épocas pasadas.
Abierto por primera ocasión en 1925, en el poblado costero de Cojímar, operó en un inicio bajo el nombre de Las Arecas como una bodega mixta propiedad de Don Manuel García Rodríguez, ubicada en ese entonces en la calle más antigua de la localidad: la Calzada Real de la Reina Isabel II.
Con los años se convirtió en una modesta fonda para pescadores y transeúntes, hasta llegar a manos de Salvador Blanco, quien le otorga su actual título y la lleva a la fama con el respaldo involuntario del popular escritor estadounidense Ernest Hemingway.
Precisamente aquí el novelista conoció al pescador Anselmo Hernández, quien le sirvió de inspiración para una de sus obras más famosas: El Viejo y el Mar.
Ganador en 1954 del premio Nobel de Literatura, Hemingway llegó a La Terraza de la mano de su patrón y amigo Gregorio Fuentes, tras lo cual se convirtió en asiduo visitante del establecimiento, tantas veces por él mencionado en sus obras.
Mientras, en el centro histórico el Mesón de la Flota evoca con su restaurante a las tradicionales tabernas españolas de la colonia, con propuestas de un amplio surtido de vinos y una selección de exquisitas tapas españolas, además de poder escoger entre diferentes entrantes fríos y calientes, platos fuertes con guarniciones al gusto.