El potencial turístico del archipiélago cubano, respaldado por sólidas y tradicionales propuestas de sol y playa, cuenta además con una riqueza natural aportada por su ubicación geográfica en el Caribe y la excelente conservación del entorno.
A las decenas de kilómetros de playas de blancas arenas, aguas transparentes y cálidas se suman los legados de una historia de más de cinco siglos que está presente en prácticamente todo el escenario nacional.
Pero la mayor de Las Antillas favorece también el acercamiento a la naturaleza a partir de las opciones tradicionales, o bien bajo nuevos esquemas que priorizan el ecoturismo.
Cuba se apoya además en una fauna que cuenta con unas 16 mil 500 especies descritas y donde algunos grupos zoológicos muestran un endemismo superior al 90 por ciento, acompañada de una flora autóctona con más de seis mil 300 variedades.
Reservas naturales, de la biosfera, paisajes naturales y áreas protegidas conforman una extensa red de ofertas, marcada por su riqueza, excelente conservación y características únicas que la distinguen en la región.
Una de las plazas fuertes para el ecoturismo está en la Península de Guanahacabibes – en el extremo más occidental de la isla –, donde el parque nacional de igual nombre acoge a la reserva forestal más grande del país.
En un espacio relativamente reducido se contabilizan unos 100 lagos, así como los yacimientos de arena sílice más puros – con un índice del 99,8 por ciento – y mayores de la nación.
La oferta para los amantes de la modalidad del ecoturismo contempla recorridos por los senderos temáticos "Cueva las Perlas", "Bosque al Mar", "Guanahacabibes antes de Colón", y excursiones al Cabo de San Antonio y a las comunidades locales, representativas de la población de la zona.
Mientras, en Villa Clara destaca el lago Hanabanilla, único con características intramontanas del país y alimentado por tres afluentes (ríos Negro, Hanabanilla y Guanayara), plaza ideal para los amantes de la naturaleza.
El mencionado reservorio cuenta con un espejo de agua de 14,9 kilómetros cuadrados, y entre 30 y 40 metros de profundidad como promedio, con una altitud sobre el nivel del mar de 364 metros y un potencial de almacenamiento en torno a los 300 millones de metros cúbicos.
La oferta de naturaleza contempla programas como el del sendero El Nicho, el cual transita por la montaña junto al cauce alto del río Hanabanilla y numerosos saltos de agua en sucesión, en un paisaje calificado de maravilla por los vacacionistas.
La opción de naturaleza y salud también se encuentra en Topes de Collantes, ubicado a 800 metros sobre el nivel del mar, y que con sus 110 kilómetros cuadrados constituye el reservorio de numerosas especies endémicas de la flora y la fauna nacionales.
Apenas dos decenas kilómetros separan a ese destino de la antigua villa de la Santísima Trinidad, beneficiado además con una temperatura promedio de 21 grados Celsius y que constituye un paraíso único para los amantes del contacto directo con la naturaleza.
Los atractivos del sitio se complementan con una adecuada infraestructura hotelera, creada para que los visitantes recorran múltiples senderos interpretativos y la propia selva tropical, en su estado natural.
Las facilidades permiten observar tanto el paisaje como las diversas especies de animales y plantas que allí coexisten en la más perfecta armonía, a la vez que cuentan con la posibilidad de mejorar la calidad de vida de los vacacionistas.