La capital cubana, rica en tradiciones, muestras arquitectónicas, cultura y clima caribeño, encierra además el atractivo de instalaciones dedicadas al ocio y estrechamente vinculadas al entorno, algunas de ellas de cara al mar que rodea a la isla.
El dinámico desarrollo del turismo en la mayor de Las Antillas durante los últimos años ha generado el surgimiento por doquier de hoteles, villas y hostales, entre las variedades más conocidas de alojamientos para los visitantes.
Asimismo, la existencia de miles de habitaciones se complementa con una amplia infraestructura de instalaciones de ocio, para espectáculos, prácticas deportivas, establecimientos comerciales y restaurantes, donde la gastronomía ocupa sin dudas un lugar especial.
Uno de los escenarios marcados por la estrecha relación entre el escenario urbano y el mar está precisamente en Ciudad de La Habana, principal destino de la industria del ocio en el país.
En esa dirección destaca el caso del Malecón, donde las olas rompen a lo largo del espigón de esa vía, una de las principales arterias de la capital cubana.
El atractivo vial se extiende desde la entrada de la Bahía de La Habana – al este –, por espacio de unos cinco kilómetros hacia el poniente, con un caprichoso diseño en paralelo a la irregular línea costera, bañada por las cálidas aguas que rodean a la isla.
Para muchos, el sitio es considerado como un verdadero pulso de la ciudad, fiel reflejo de la vida de sus habitantes, sus amores, juegos, tristezas y encuentros, todo ello en un espacio de pocos miles de metros.
A lo largo de su trayecto se aprecian inmuebles que marcan pautas en las tradiciones de la isla, como son los hoteles Riviera y Nacional.
El primero de ellos, vecino de un coloso del turismo cubano – el Hotel Meliá Cohíba –, sirve de complemento al ocio con ofertas que incluyen el legendario cabaret Copa Room, ideal para compartir en la intimidad en compañía de la buena música de la isla.
Asimismo, los servicios incluyen las facilidades del Bar Elegante, el restaurante L'Aiglon y la terraza Mirador Habana, a lo cual se suman las credenciales que ostenta para la organización de eventos, reuniones y celebraciones de diversos tipos.
Mientras, los amantes de la gastronomía a la orilla del mar está el Restaurante 1830, ubicado en el extremo oeste del malecón habanero y con las condiciones necesarias para convertirse a corto plazo en un centro insignia de la gastronomía cubana.
Hermosas rejas de la época, vitrales y balcones de maderas preciosas torneadas que recuerdan el neoclásico reciben a los visitantes que apuestan por el sitio para descubrir los más exquisitos platos de la gastronomía cubana e internacional.
También como una especie de centinela de la urbe está el Hotel Nacional de Cuba, propiedad del Grupo Gran Caribe e insignia de la hotelería cubana, que es también Monumento Nacional y fue declarado en 1982 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El Nacional clasifica además entre los 10 Hoteles Palacio del planeta y de los años 30 a los 50 fue la única instalación con categoría de cinco estrellas en la región del Caribe.