El archipiélago cubano, situado estratégicamente en la zona del Caribe, apuesta por la expansión del turismo como elemento dinámico de la economía para aprovechar al máximo el potencial natural, histórico y cultural que encierra en sus fronteras.
Decenas de kilómetros de excelentes playas, con aguas transparentes y arenas finas, se combinan con una naturaleza exuberante y en perfecto estado de conservación para la práctica de opciones de ocio con un marcado carácter ecológico.
Unido a ello están las propuestas náuticas, entre ellas el inmersionismo, para lo cual la isla dispone de más de 70 mil kilómetros de la plataforma insular cubana, con unos cinco mil kilómetros de costas, bañadas a su vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe.
Asimismo, la mayor de Las Antillas impulsa el diseño de programas de descanso que vinculan las actividades propias del ocio con sistemas dirigidos a mejorar las condiciones de salud de los vacacionistas.
Para ese propósito, la isla utiliza sus propios recursos naturales desde hace ya varios años, con resultados avalados de manera científica y que se relejan en la satisfacción de miles de personas.
En Cuba, el turismo se combina con tratamientos dirigidos a mejorar la calidad de vida, para lo cual se incluyen procedimientos como la talasoterapia, apoyado en el hecho de que el país está rodeado de mares.
Las opciones tradicionales de turismo se complementan con una infraestructura hotelera que aporta capacidades de alojamiento, gastronómicas y de actividades extrahoteleras.
Unido a los establecimientos de bien ganada fama como el Nacional de Cuba y los que operan bajo contrato de administración de cadenas extranjeras, destacan instalaciones situadas en destinos sujetos a programas de desarrollo.
Los atractivos para el ocio están además en las decenas de cayos que se integran en el archipiélago cubano, entre los cuales destaca Levisa en la occidental provincia de Pinar del Río, con tres kilómetros de excelentes playas y 23 sitios dedicados a la práctica del buceo.
Mientras, en el centro un camino sobre el mar – llamado pedraplén – de 48 kilómetros de extensión sirve de enlace con los cayos Santa María, Las Brujas, Ensenachos, Cobos, Majá, Fragoso, Francés, Las Picúas y Español de Adentro, entre otros.
Un sistema de canales se convierte en un verdadero laberinto acuático entre los cayos, a la vez que ofrece un enorme potencial para los programas de turismo de contemplación y la actividad náutica.
En el oriente cubano resalta Cayo Saetía a la entrada de la Bahía de Nipe, considerado el mayor coto de caza del país y con amplia existencia de las más variadas especies.
Uno de los destinos de más dinámico crecimiento turístico se ubica al norte de Ciego de Avila, en una cayería que responde al nombre colonial de Jardines del Rey.
El principal de ellos, Cayo Coco, ocupa la cuarta posición en extensión en el archipiélago cubano, con un área de 370 kilómetros cuadrados y el atractivo adicional que ofrecen 22 kilómetros de excelentes playas, complementadas con una vegetación de manglares y cocoteros.
En la familia de los cayos en la zona, Guillermo es uno de los de menor tamaño, con apenas 18 kilómetros cuadrados de extensión, aunque abundante en una flora que incluye además especies como la caoba, los almácigos y las sabinas.