La mayor de Las Antillas, plaza por excelencia para el ocio en la región del Caribe, cuenta con una bien ganada fama en el sector turístico por ofertas únicas de sol y playa en un entorno natural en perfecto estado de conservación.
Centenares de kilómetros de costas, bañados por aguas cálidas y cristalinas, colocan a esa modalidad de la recreación entre las preferidas por los vacacionistas.
Pero el atractivo del archipiélago cubano se complementa con la riqueza natural, cultura, historia y tradiciones de un país con una historia de siglos.
Entre esos detalles que caracterizan a los cubanos está el disfrute de una taza de café, bebida que representa para los habitantes del país caribeño un elemento similar al té entre los ingleses.
Hacia 1748 está fijada la fecha de entrada del café a la mayor de Las Antillas, de la mano de comerciantes procedentes de Santo Domingo, aunque solo 50 años después comenzó a explotarse a escala comercial cuando arribaron al país los colonos franceses que huían de la revolución en Haití.
En la isla la especie más cultivada es la Arábiga, con cerca de 12 variedades, las cuales se comercializan en el mercado interno y el exterior bajo las marcas Turquino, Cristal Mountain, Serrano, Cubita y Caracolillo, entre otras, caracterizadas por un aroma y sabor imposible de repetir.
A lo anterior se añade la bien ganada fama del tabaco cubano, la cual se refleja en una creciente presencia de clientes interesados en degustar los puros de la isla, los cuales ofrecen una combinación perfecta de excelentes tierras y clima con la experiencia centenaria en el cultivo de la aromática hoja.
Las finas vegas de la occidental provincia de Pinar del Río aportan casi la totalidad de las capas utilizadas para la envoltura exterior del puro, sometidas al final de un proceso que puede durar más de un año a cerca de 190 operaciones antes de concluir en las manos de un fumador.
También, el propio desarrollo de más de cinco siglos de la sociedad cubana está reflejado en las innumerables opciones culinarias que representan aquellos elementos incorporados a las tradiciones propias del país.
A los platos característicos de la cocina criolla se añaden variantes llegadas del viejo continente, como son las de la comida española, francesa o italiana.
Asimismo, desde Asia y el Medio Oriente están presentes sugerencias aportadas por la gastronomía china, japonesa, coreana, árabe e hindú, por sólo mencionar algunas de las que pueden encontrarse en restaurantes y cafeterías del país.
Como toque final está el ron, considerado como un licor para las grandes ocasiones, con un nacimiento vinculado a la introducción de la caña de azúcar en la isla y desde ese entonces acompañante insustituible de las tertulias de los cubanos.
El ron es el resultado de un conjunto de exclusivos factores, donde se conjugan el clima, la tierra de procedencia de la materia primera, el tiempo de añejamiento y el cuidado durante la elaboración.