El archipiélago cubano, ubicado estratégicamente en la región del Caribe, se erige como una opción ideal de descanso y recreación para vacacionistas nacionales y foráneos en la temporada de verano gracias a su clima tropical.
Con una temperatura media en torno a los 24,6 grados centígrados, la llegada del verano constituye el detonante de una masiva afluencia de turistas hacia las decenas de playas que proliferan por doquier en la geografía de la isla.
Los meses de julio y agosto, los más calurosos en el clima de Cuba, están cargados de actividades en las esferas del deporte, la cultura y la vida social en general.
La inmensa mayoría apuesta por el contacto directo con el entorno, y muchos visitantes refrescan en las horas de temperaturas altas en cualquiera de las playas del país.
Hay opciones para todos los gustos, como es el atractivo que tiene Cayo Naranjo – en la zona oriental de la isla – y su peculiar acuario en medio del mar.
Situado en la bahía de igual nombre, el centro cuenta con acceso sólo a través de embarcaciones que trasladan a los visitantes desde la cercana costa, llamados por el deleite de contemplar las más diversas especies marinas e incluso disfrutar un refrescante baño con algunas de ellas.
Delfines entrenados ofrecen increíbles espectáculos de habilidades y comparten el mar con aquellos vacacionistas que estén dispuestos a la aventura, para brindar una imagen de bailes, saltos y rápidos desplazamientos.
Tres decenas de kilómetros de costas con cinco playas naturales, asentamientos arqueológicos, cuevas y cayos vírgenes se integran a una oferta que muestra como complemento una barrera coralina de seis kilómetros de extensión, excelente para la práctica del buceo.
También hacia el oriente destaca el Parque Baconao, cuyo nombre se relaciona con el de un pequeño aborigen perteneciente a una de las tribus precolombinas que se asentaban en la zona.
Las opciones que brinda el parque incluyen la posibilidad de conocer el típico ambiente rural (campesino) de la región, el cual abarca los detalles más mínimos, desde la vivienda – el popular bohío – hasta el mobiliario, donde no faltan los taburetes.
Baconao encierra la particularidad de contar también con un acuario, el cual permite el conocimiento de la fauna marina del Caribe en sus estanques, túneles y todo aquello necesario para el disfrute de las especies que allí viven.
Delfines y focas completan las delicias de grandes y chicos con sus travesuras y habilidades, en una especie de pausa a la vez necesaria y refrescante, con un túnel de 30 metros bajo el mar donde los visitantes observan a las especies en su propio hábitat.
Las facilidades de Baconao incluyen asimismo singularidades como el Museo del Transporte Terrestre, donde se localizan más de dos mil vehículos en miniatura junto a una exhibición de autos antiguos a tamaño real.