El archipiélago cubano, integrado por un gran número de islas, islotes y cayos, concentra en su geografía un amplio abanico de opciones para el desarrollo del turismo que responden a la diversidad de gustos de los vacacionistas.
Desde las playas de blancas arenas y cálidas aguas, muchas apenas tocadas por el ser humano, hasta las modalidades de naturaleza, historia y cultura, todo se combina para ofrecer la más grata estancia en las tierras de la mayor de Las Antillas.
Los meses del invierno cubano marcan además el comienzo de la denominada temporada alta, que cada año lleva a la isla a miles de turistas que se dispersan por la gran variedad de destinos para el ocio.
Uno de los elementos a tomar en cuenta es el patrimonio histórico de Cuba, acumulado durante siglos y que encuentra refugio seguro en una amplia red de museos.
Cerca de 290 instalaciones de los más variados diseños y contenido integran esa estructura, de las cuales 14 clasifican como museos de arte, siete de ciencias y tecnología, cinco de etnografía y antropología y 68 de historia.
La principal plaza de la isla en esa actividad es, sin dudas, la capital, con una amplia gama de instalaciones para los gustos más diversos, muchas de ellas únicas en el país.
La urbe tiene además en su centro histórico un tesoro inigualable que sirve además de excelente complemento a la industria del ocio al acoger cada año a miles de visitantes.
Centenares de inmuebles de los más diversos estilos arquitectónicos, señal de la evolución de la sociedad cubana, conforman un patrimonio único que favorece el conocimiento de la evolución histórica de la ciudad.
La política en materia de turismo establece el rescate de instalaciones emblemáticas para su transformación en hoteles de pequeño formato, destinados a acoger a los vacacionistas que prefieren el contacto directo con el bullicio de la centenaria urbe.
El elemento novedoso de esos establecimientos, gestionados por la compañía Habaguanex S.A., está en la recuperación de los inmuebles con absoluto respeto al estilo arquitectónico de épocas anteriores y a la vez complementadas con todas las facilidades que demanda el turismo.
También hay propuestas para los amantes de opciones como la práctica del golf, donde destacan las instalaciones del Varadero Golf Club en el principal destino de playa del país.
La instalación se levanta en las Peñas de San Bernardino, donde antaño el millonario Irenne Du Pont de Nemours instaló un campo de nueve hoyos para su disfrute privado en un área exclusiva de 180 hectáreas, a escasos metros de la línea costera.
El centro fue diseñado por el arquitecto Les Furber, presidente de la compañía canadiense Golf Design Services, en una combinación de estilos, entre ellos el clásico, con calles anchas delimitadas por árboles, greens anchos y poco protegidos.