La mayor de Las Antillas, plena de ofertas turísticas vinculadas con su envidiable ubicación en el Caribe, naturaleza única y valores patrimoniales, encierra en su geografía diversas opciones para el ocio, incluso las más extremas.
Más de cinco siglos de historia respaldan al escenario cubano, donde se combinan decenas de kilómetros de excelentes playas y una amplia red de instituciones culturales.
Pero en los últimos tiempos, a las habituales modalidades de sol y mar se suman con fuerza las variantes que se vinculan con el entorno, con programas que constituyen verdaderas aventuras para aquellos que apuestan por la isla.
Los ecosistemas de montaña del país caribeño no escapan al dinámico crecimiento del sector, y ya muchas de las ofertas incluyen recorridos y estancias en esas áreas.
El potencial de esa actividad está en el relieve cubano, pues la nación cuenta con cuatro macizos montañosos que ocupan aproximadamente el 21 por ciento de la superficie total de la isla, además de acoger al 37 por ciento de las zonas boscosas.
Hacia el occidente, en la provincia de Pinar del Río, se localiza la cordillera de Guaniguanico -integrada por las sierras del Rosario y de los Órganos-, la cual concentra la riqueza paisajística de la región y tiene en el Pan de Guajaibón a la montaña más alta, con 699 metros sobre el nivel del mar.
El Parque Nacional Topes de Collantes figura como la oferta principal en el grupo de Guamuhaya, también conocido como Escambray, con atractivos inolvidables como el salto del Caburní.
Los otros dos grupos montañosos -Sierra Maestra y el macizo de Nipe-Sagua-Baracoa- se ubican en el oriente cubano, con las mayores alturas del país en los picos Turquino (mil 974 metros sobre el nivel del mar), Cuba (mil 872) y Suecia (mil 734 metros). En el lado opuesto a las alturas, los sistemas cavernarios figuran como un elemento de atracción subterránea para los miles de visitantes que cada año acuden al país con el propósito de conocer las peculiaridades de la naturaleza cubana.
Más del 60 por ciento del territorio de Cuba está formado por rocas calcáreas, lo que unido a la gran influencia de los periodos glaciares y al clima, ha proporcionado que en el territorio se hayan formado las mayores cavernas de la región.
Entidades especializadas contabilizan a lo largo y ancho de la isla más de 10 mil cuevas, muchas de ellas con unos 25 millones de años de evolución.
En la porción más occidental de la isla se destacan entre los sistemas subterráneos el sistema cavernario de Santo Tomas, con más de 45 kilómetros de galerías enterradas en la Sierra de Quemados, y la Cueva del Indio, atravesada por el río San Juan.
Otra de las opciones subterráneas que ha gozado durante muchos años de gran fama entre los visitantes y los cubanos es la Cueva de Bellamar, en Matanzas.
Con una longitud total de 23 kilómetros y una antigüedad de 300 mil años, está conformada por tres cavernas, que se considera que fueron una sola en tiempos remotos: Bellamar, El Jarrito y Soto Jíbaro.