El tabaco cubano, uno de los rubros de la economía de la isla con mayor reconocimiento internacional, representa en su forma más de cinco centenares de años de historia y un complemento único para la industria del ocio y sus miles de visitantes.
Opciones de playa, cultura, historia y valores patrimoniales son acompañadas por la inigualable oferta de la más amplia diversidad de puros confeccionados a mano con hojas que son consideradas únicas en el mundo.
Una perfecta combinación de suelos, clima y humedad dan lugar a un producto que es calificado por los entendidos de exclusivo en el orbe por su aroma, color, textura y sabor, todo ello indispensable a la hora de preparar los famosos habanos.
Aunque se cultiva en casi todas las provincias del país, las mejores tierras para esa actividad en la isla se localizan en el occidental territorio de Pinar del Río -en especial la zona de Vueltabajo-, la cuna del mejor tabaco del planeta.
Las finas vegas de esa zona aportan casi la totalidad de las capas utilizadas para la envoltura exterior del puro, sometidas al final de un proceso que puede durar más de un año a cerca de 190 operaciones antes de concluir en las manos de un fumador.
La preparación de un habano representa para su creador una verdadera obra de arte, trabajada todo el tiempo a mano, y comienza desde la escogida, donde se seleccionan las hojas por su tamaño y clase y de acuerdo a las características específicas de cada tabaco o vitola.
La industria del habano en la isla tiene para los gustos más exigentes una amplia gana de cerca de cuatro decenas de marcas y más de 700 vitolas, todas de elevada calidad.
Asimismo, de manera periódica el país caribeño acoge a centenares de amantes de los puros en festivales donde se rinde homenaje a las más diversas denominaciones del producto.
Unido a ello, existen espacios únicos que combinan el turismo y el culto del habano, como es el Hotel Conde de Villanueva, operado por la compañía Habaguanex S.A.
El establecimiento se localiza en la mansión de Claudio Martínez de Pinillo, quien ostentara el título nobiliario de Conde de Villanueva, y toma de ese personaje su denominación actual, con una arquitectura que recuerda a las construcciones del siglo XVIII.
Con su toque peculiar, cada uno de los cuartos y estancias están bautizados con nombres de famosas zonas y fincas tabacaleras de la mayor de Las Antillas.
En el entresuelo de la mansión se localiza uno de los puntos de mayor demanda en el establecimiento, la Casa del Habano, en espacios de bajos puntales, con techos de viga y tablazón típicos del siglo XVIII, donde predomina el agradable y peculiar aroma del cedro.
Un bar de degustación, humidores y bóvedas de seguridad se complementan con la labor de torcedores que elaboran a mano puros bajo similar denominación a la del establecimiento, lo cual añade un nuevo toque de distinción a este singular refugio del tabaco en la capital cubana.