La civilización china, con una historia milenaria, extendió sus redes mas allá de las fronteras de ese país asiático y llegó incluso al Caribe para quedarse por siempre en uno de los barrios de la capital cubana.
Desde tiempos inmemoriales, la emigración desde China hacia otras regiones del planeta en busca de aventuras y con un marcado interés económico fomentó el establecimiento de colonias de ciudadanos de esa nacionalidad en prácticamente todo el orbe.
El nuevo mundo, como llamaron los españoles a América, no escapó a esa tendencia, mucho más cuando la abolición de la esclavitud obligó a la importación de mano de obra barata y laboriosa, peculiar característica de los asiáticos.
Para la mayor de Las Antillas, la huella de los chinos llegó a las más diversas esferas de la vida social de antaño, desde la música hasta la presencia de combatientes de ese país en las filas del Ejercito Libertador que luchó por la independencia de la colonia.
Cuba ostenta también con orgullo su Barrio Chino, el cual a diferencia de los ubicados en otros países como Estados Unidos -mostrados con una elevada carga de violencia- constituye una verdadera atracción tanto para turistas como nacionales.
Ubicado en el populoso municipio capitalino de Centro Habana, cuenta con El Pórtico que marca el área comprendida entre las calles Dragones, Zanja y Galiano donde radica la mayor cantidad de chinos descendientes de los que emigraron a la isla desde el siglo XIX.
Ofertas gastronómicas donde predominan las tradiciones culinarias del país asiático figuran entre los principales elementos de orgullo e los habitantes de la zona, donde incluso varios de los especialistas en la confección de los más variados platos llegaron desde Pekín a ofrecer su colaboración.
Cada región de ese país cuenta con sus recetas de cocina especificas, transmitidas de generación en generación y prestas a satisfacer los gustos más variados y exigentes.
Establecimientos como el Tien Tan (en español Templo del Cielo) están a la espera de los potenciales clientes, con empleados que ofrecen gustosos un servicio de excelencia ataviados con trajes típicos de China.
Asimismo, muchos descendientes aun conservan las tradiciones culinarias en las casas, trasladadas de familia en familia, con abundante presencia de vegetales en la dieta diaria, poca grasa para la confección de los alimentos y el empleo de los "palitos" en lugar de los modernos utensilios.
Dragones, banderas y faroles se suman varias veces al año en una mezcla multicolor para las celebraciones contempladas por las costumbres, ya sean las Fiestas de Primavera o Año Nuevo Lunar, el Día de la Claridad o Quing Min (Día de los Muertos).
El Barrio Chino es también un celoso guardián de la medicina tradicional y establecimientos como la farmacia Chung Wah comercializan productos traídos desde el propio país de origen de esta civilización.
Todo ello forma parte de los esfuerzos de un pueblo por preservar sus costumbres frente a una cultura diferente, lo cual marcha hacia el propósito de dejar de ser sólo un sueño para convertirse en realidad.