El archipiélago cubano, pleno de atractivos para el ocio en toda su geografía, mezcla las opciones del turismo urbano y la naturaleza con las tradicionales propuestas de sol y playa.
Cabe destacar que Cuba es famosa precisamente por esos últimos programas, a lo cual se suma el potencial para el inmersionismo con más de 70 mil kilómetros de la plataforma insular cubana y unos cinco mil kilómetros de costas, bañadas a su vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe.
Cerca de seis mil 500 variedades de peces, crustáceos, esponjas y moluscos, acompañados de numerosas especies de corales, convierten a la isla en uno de los ecosistemas submarinos mejor conservados de la región.
Tres decenas de centros especializados en buceo operan en todo el territorio del país caribeño, con facilidades para cursos de iniciación e inmersiones en barreras coralinas y cavernas, todo ello bajo los parámetros exigidos a nivel internacional en esa actividad.
En el occidente cubano, el famoso balneario de Varadero acapara 22 de los kilómetros que corresponden a las playas cubanas, listo siempre con sus transparentes aguas y blancas arenas.
Hacia la zona central del país caribeño, la Península de Ancón ostenta el mérito de contar con las mejores entre las playas cubanas de la Costa Sur, con fondos marinos de escarpado relieve y abundante presencia del coral negro.
En Villa Clara, cayo Santa María acoge en apenas 13 kilómetros de extensión amplias extensiones de arena y mar prácticamente vírgenes, listas para el deleite de los clientes más exigentes.
Para algunos entendidos, Santa Lucía –en la provincia de Camagüey– califica como el Edén escondido y una de las mejores playas cubanas y del mundo, con arenas de color crema y facilidades para la práctica de todo tipo de actividad náutica.
Reservas naturales, de la biosfera, paisajes naturales, parques nacionales y áreas protegidas conforman una extensa red de ofertas, marcada por su riqueza, excelente conservación y características únicas que la distinguen en la región.
El país tiene además una herencia arquitectónica única, aportada por la presencia española y desarrollada bajo la influencia europea de años posteriores a la época de la colonia.
Precisamente ese elemento convierte a la capital cubana, ubicada entre las siete primeras villas fundadas por los españoles – en aquel entonces San Cristóbal de La Habana –, en pieza clave de numerosos programas turísticos, en especial el centro histórico de la ciudad.
Esa zona de la urbe, conocida también como La Habana Vieja, fue clasificada en 1982 por la UNESCO como Patrimonio Cultural de La Humanidad, con un área de 4,5 kilómetros cuadrados rica en exponentes de la arquitectura colonial, costumbres y tradiciones de casi cinco siglos.
El núcleo primario de la capital cubana conserva una verdadera colección de castillos, fortalezas e inmuebles de alto valor patrimonial, edificados en torno a un sistema de plazas, mezcladas con monasterios y templos.