La mayor de Las Antillas, plaza fuerte para el turismo en el Caribe, sustenta la expansión en la industria del ocio en la riqueza natural y patrimonial del archipiélago, con una rica historia que encuentra espacio por todo el territorio nacional.
Elementos de arquitectura, costumbres, tradiciones y cultura se mezclan en esa dirección, lo cual apunta al diseño de opciones de ocio que responden al interés de los miles de visitantes que llegan cada año al país.
Para los especialistas, a esa situación contribuyó la posición geográfica privilegiada de la isla, en el centro del Caribe y de las rutas marítimas más importantes que llevó a la necesidad de desarrollar una amplia red de obras defensivas.
Todo ello determinó la orden real de construir un sistema de fortificaciones capaz de proteger los bienes de la corona y disuadir a los agresores de intentar apoderarse por la fuerza de la isla, en especial su capital.
En ese entorno destaca precisamente el Fuerte de Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera, mas conocido en la actualidad como Torreón de La Chorrera y que fuera fundado en 1646.
Diseñado por Juan Bautista Antonelli, descendiente del arquitecto y constructor de las fortalezas de El Morro y La Punta, fue construido para enfrentar el peligro de un eventual ataque de los holandeses a La Habana.
Su estructura original era circular con 80 pies cuadrados, por 40 de altura y puentes levadizos en sustitución de escaleras, así como almacenes y barracas capaces de albergar a unos 50 hombres.
Equipado con 11 piezas de artillería, recibió el bautismo de fuego en 1762 al enfrentar a los ingleses que lograron quebrantar sus defensas.
La actividad bélica retorno a su geografía ya reconstruida en 1898, cuando fue blanco de la escuadra estadounidense.
En la época actual, el sitio es ideal para disfrutar de propuestas de la gastronomía ligera, en perfecta armonía con el paisaje que muestra la unión entre las aguas del río Almendares y las del Golfo.
La Chorrera se integro al sistema encabezado por El Morro, una construcción de tipo renacentista, levantada como un polígono irregular y con tres poderosos baluartes que dominaban la bahía, la entrada al puerto y la ciudad, complementado más tarde con la fortaleza de La Cabaña.
Asimismo, hacia 1740 surgieron las famosas Murallas de la capital, tras lo cual el simple hábito de avisar con un disparo de artillería la hora del cierre de las nueve puertas del recinto devino en tradición hasta nuestros días.
Hacia el oriente de la isla, en la ciudad de Santiago de Cuba, primera capital de Cuba desde 1515 hasta 1607, se edificó el Castillo de San Pedro de la Roca – conocido también como el Morro de Santiago de Cuba – llamado a integrar un sistema defensivo de mínimo impacto debido a una demora de varias decenas de años en su terminación.
Mientras, en la central provincia de Matanzas destaca el Castillo de San Severino, la obra arquitectónica de más antigüedad en el territorio y que fue sede de la comandancia principal del sistema defensivo de la ciudad.