La capital cubana, destino turístico por excelencia gracias a más de cinco siglos de historia, cuenta con opciones para el ocio que se apoyan en el legado patrimonial presente en el centro histórico.
La zona, conocida también como La Habana Vieja y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encierra buena parte de los museos, iglesias, centros culturales e inmuebles muy vinculados a la época de la colonia, con unas 33 mil edificaciones construidas en su mayoría durante los siglos XVIII y XIX.
Unido a ello, acoge varios establecimientos turísticos de pequeño formato operados por la compañía HABAGUANEX S.A., los cuales toman la experiencia de los albergues al estilo español y sirven de complemento perfecto a la industria del ocio en la isla.
Precisamente, con un número reducido de habitaciones, brindan un toque de intimidad y sencillez que los coloca rápidamente en la preferencia de los visitantes.
El surgimiento de este tipo de edificación, junto a los gigantes de la hotelería con centenares de habitaciones, apunta al rescate de una tradición de siglos anteriores, cuando eran precisamente los encargados de satisfacer las necesidades de alojamiento de las grandes ciudades.
Entre esas opciones se ubica el hotel Armadores de Santander, cuya historia se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se estableció en La Habana Don Ramón Herrera y Sancibrián, natural de un pueblo ubicado en la localidad española de Santander.
Para los visitantes, el hotel dispone de 39 confortables habitaciones, de ellas una suite especial y dos junior suite, con todas las facilidades necesarias para el ocio en un entorno característico de un núcleo urbano.
Sitios únicos para los amantes del habano como el hotel Conde de Villanueva o al estilo de un monasterio en el caso de Los Frailes se complementan con las facilidades del Palacio de San Miguel, una atractiva propuesta para los amantes de la cultura y la intimidad.
Una posición envidiable lo sitúa a escasos metros del mar, con un paisaje urbano que integra en un todo a las fortalezas coloniales del antiguo sistema defensivo de la ciudad con el pintoresco espectáculo de los vendedores de artesanía.
La instalación se localiza en un edificio adquirido en 1916 por Antonio San Miguel y Segalá, ilustre ciudadano de esa época dedicado al periodismo y las letras, quien hizo además del inmueble un importante centro de reuniones de intelectuales.
Escaleras de hierro fundido, balcones con relucientes barandas de mármol y 10 habitaciones repartidas en las tres plantas de la instalación están listas para recibir a los huéspedes, con excelentes vistas de la Bahía de La Habana y facilidades que van desde la climatización hasta televisión por satélite.
Junto a los rasgos comunes, cada uno de esos establecimientos encierra sus peculiaridades, dirigidas en específico a determinados segmentos de vacacionistas.
A manera de ejemplo, tenemos el caso del Tejadillo (32 habitaciones), que reúne tres casonas de los siglos XVIII, XIX y XX y como sello característico dispone de cocina propia en 17 de las habitaciones para aquellos que prefieren prepararse sus propios alimentos.