La mayor de Las Antillas, destino turístico por excelencia en el Caribe, agrupa en su geografía un amplio espectro de propuestas para el ocio que encuentran espacio en los centenares de islotes y cayos que conforman el país.
La estrategia de expansión del turismo va mas allá de la llamada isla grande, al dirigir la mirada hacia los territorios que se integran en las formaciones de las cayerías que se encuentran por doquier en el país.
Entre ellas destaca el denominado archipiélago Jardines de la Reina, integrado por seis centenares de cayos e islotes al sur de la región central cubana.
Entre los más representativos están los denominados Alcatracito, Alcatraz, Anclitas, Bretón, Cinco Balas, Caballones y Grande, todos ellos pertenecientes al Laberinto de las Doce Leguas.
Los fondos marinos se destacan no solo por su extensión, sino también por ser de los más conservados y diversos del Caribe, por la abundancia de corales, algas, esponjas, moluscos, crustáceos, quelonios y peces de grandes tallas.
Para el ocio funciona un programa de turismo especializado con énfasis en la modalidad de vida a bordo, apoyado en unas 17 embarcaciones para la pesca y 50 puntos de buceo en todo el litoral.
Por esos sitios desovan cuatro especies de tortugas marinas (verde, carey y caguama) y se encuentra la principal población de cobos (Strombus gigas) del país.
Mientras, la cayería norte de Villa Clara incorpora varios kilómetros de excelentes playas y un entorno prácticamente virgen.
Un camino sobre el mar -llamado predaplén- de 48 kilómetros de extensión sirve de enlace entre la mayor ínsula del archipiélago cubano y los cayos Santa María, Las Brujas, Ensenachos, Cobos, Majá, Fragoso, Francés, Las Picúas y Español de Adentro, entre otros.
Además del potencial turístico, existen condiciones inigualables para servir de refugio a la flora y fauna, pues se encuentra en exclusiva la especie conocida como jutia rata, además de otras variedades endémicas como lagartos, moluscos y el pájaro arriero.
Las leyendas también están presentes en la zona, como es el caso de Las Brujas, cuyo nombre está vinculado a las historias de fantasmas, ruidos y apariciones que circulaban entre los pobladores, aunque otras narraciones las asocian con los encuentros amorosos entre un pescador y una joven de la localidad.
Otras de las singularidades de la región es el barco San Pascual, encallado en las cercanías de Cayo Francés desde hace casi 70 años y convertido en una rareza naval al estar hecho de hormigón armado y botado al agua en 1920 en los astilleros de San Francisco, California.
Para quienes visitan el área, Ensenachos dispone de las mejores playas, aunque su pequeña extensión limita el programa de desarrollo a unas 600 habitaciones como máximo, para evitar así afectaciones irreparables al entorno.
La propia naturaleza creó las condiciones para el ocio, al disponer una barrera coralina que permite atenuar en las playas la fuerza de los vientos y evitar además las incomodas marejadas, con lo cual queda listo un escenario único para acoger a miles de vacacionistas cada año.