El archipiélago cubano, espacio ideal para el turismo en el Caribe, aprovecha sus potencialidades para satisfacer los requerimientos de miles de vacacionistas que acuden cada año a sus diversos destinos de ocio.
La geografía cubana, plena de atractivos naturales en perfecto estado de conservación, cuenta también con una solida presencia de valores patrimoniales que recuerdan con todo su esplendor el legado de épocas anteriores.
Entre los sitios de mayor demanda está precisamente la propia capital, con establecimientos de renombre como el Hotel Inglaterra, inaugurado el 23 de diciembre de 1875.
Las facilidades de alojamiento se complementan con la gastronomía, desde los sitios más sencillos, diseñados al estilo más moderno de los establecimientos de comidas rápidas, hasta centros con una historia de varias decenas de años.
La relación de sitios más reconocidos incluye a la famosa Bodeguita del Medio, la cual consolidó en los últimos años su papel como la casa de comidas local abanderada por excelencia de la nueva era del turismo en el país.
La B del M – como también se le conoce – se encuentra a unos pasos de La Plaza de La Catedral, (Empedrado 207), un sitio sumamente visitado por turistas y entre sus ofertas más conocidas está el Mojito, trago a partir de ron cubano ligero, hierba buena, limón, hielo y azúcar.
Inmuebles centenarios se suman a las opciones turísticas con capacidades de alojamiento que sirven además de atracción a los visitantes.
Las tradicionales propuestas de sol y playa, avaladas por la calidad y transparencia de las aguas, las blancas arenas y el clima cálido, se complementan con opciones sustentadas en los propios tesoros de la isla.
En ese escenario resaltan aquellas modalidades que se vinculan con el entorno, con programas que constituyen verdaderas aventuras para aquellos que apuestan por Cuba.
Los ecosistemas de montaña del país caribeño no escapan al dinámico crecimiento del sector, y ya muchas de las ofertas incluyen recorridos y estancias en esas áreas.
El potencial de esa actividad está en el relieve cubano, pues la nación cuenta con cuatro macizos montañosos que ocupan aproximadamente el 21 por ciento de la superficie total de la isla, además de acoger al 37 por ciento de las zonas boscosas.
En ese sentido, la zona oriental acoge a las mayores alturas de la isla, en complemento con aportes únicos como las formaciones que integran la Sierra de la Gran Piedra.
El nombre surge de uno de los valores geológicos más importantes de la provincia de Santiago de Cuba, representado en un enorme bloque de roca de origen volcánico, con unas dimensiones que incluyen 51 metros de largo, 25 de alto y 30 de ancho, con un peso estimado por encima de las 63 mil toneladas.
Unido a ello, áreas protegidas, reservas de la biosfera, humedales y regiones con flora y fauna endémicas – posibles de ser observadas en toda su magnitud – están al alcance de todos mediante senderos especializados, creados para quienes arriban a la isla con ese interés.