La villa de la Santísima Trinidad, clasificada entre los primeros asentamientos establecidos por los españoles en el archipiélago cubano, acumula a su favor la historia de cinco siglos que complementa las opciones para la industria del ocio.
Localizada en el centro del país, su fundación se remonta al 1514 por el Adelantado Diego Velázquez y encierra en su perímetro uno de los conjuntos arquitectónicos coloniales en mejor estado de conservación en todo el continente americano, válido para otorgarle la condición de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
En el centro histórico de Trinidad se aprecia una verdadera mezcla de estilos constructivos de los siglos XVIII, XIX e inicios del XX, con calles empedradas y estrechas flanqueadas por inmuebles con trabajos de maderas preciosas, complicadas obras en hierro y paredes decoradas.
Las plazas de Santa Ana y de las Tres Cruces, el Campanario de San Francisco y numerosos palacetes aportan un toque de belleza única a la ciudad, la cual dedica cada año enormes esfuerzos a la conservación de las edificaciones centenarias que en ella se localizan.
Pilar de la industria azucarera de la isla, con el poderoso centro de esa actividad en el llamado Valle de Los Ingenios, Trinidad refleja en su entorno la singularidad que le aportó ese quehacer a su entorno arquitectónico, perfectamente conservado hasta nuestros días.
En ese tesoro histórico, el Valle de los Ingenios ocupa un sitio preferencial junto a la famosa Torre Iznaga, mudo centinela de un pasado de azúcar y fabricas del dulce en Trinidad.
El surgimiento de la mencionada construcción hacia 1816 marca un momento de predominio del eclecticismo en la arquitectura, con una altura de 45 metros repartidos en siete pisos o niveles, como una atalaya desde la cual se divisaban las plantaciones de caña de azúcar en la zona.
Según expertos, la campana instalada en lo alto de la torre estaba destinada a marcar el trabajo de los esclavos, el fin de la jornada, la oración a la Santísima Virgen en la mañana, a mitad del día y en la tarde.
Por todo ello, figura como sitio preferido para miles de visitantes que acuden cada año a conocer su riqueza histórica, excelentes playas y naturaleza exuberante.
Hoteles, centros de buceo y marinas se dan la mano para conformar una oferta difícil de igualar, con opciones para los gustos más exigentes.
Trinidad cuenta con cuatro polos turísticos, entre ellos los de Topes de Collantes, Ancón y la propia ciudad, en tanto tres de sus siete hoteles están comprendidos en la categoría Cuatro Estrellas y uno en la de Cinco Estrellas.
A una docena de kilómetros de la villa se extienden las suaves arenas de Playa Ancón, dueña de cálidas y tranquilas aguas tributadas por el Mar Caribe, en un ambiente que constituye una invitación a la práctica de deportes náuticos, con unos 30 puntos para el inmersionismo.
La playa de María Aguilar, cercana a la Villa de Trinidad, ofrece aguas tibias y poco profundas con fondos marinos plagados de gorgonias, numerosas variedades de corales, abanicos de mar, peces tropicales y quelonios.