El dinámico desarrollo del turismo en la mayor de Las Antillas durante los últimos años ha generado el surgimiento por doquier de hoteles, villas y hostales, entre las variedades mas conocidas de alojamientos para los visitantes.
Asimismo, la existencia de miles de habitaciones se complementa con una amplia infraestructura de instalaciones de ocio, para espectáculos, prácticas deportivas, establecimientos comerciales y restaurantes, donde la gastronomía ocupa sin dudas un lugar especial.
En ese conjunto destaca en la capital de la isla el Restaurante 1830, ubicado en el extremo oeste del malecón habanero y con las condiciones necesarias para convertirse a corto plazo en un centro insignia de la gastronomía cubana.
La historia del inmueble que acoge al establecimiento se remonta al siglo XIX, cuando en el lugar se localizaba un restaurante llamado Arana, cuya fama se extendía por la ciudad gracias a las especialidades de la casa: el Arroz con Pollo a la Chorrera y el Bacalao a la Vizcaína.
El auge constructivo de inicios del siglo XX llevó a su conversión en el Hotel La Mar, fabricado de mampostería y tejas, donde un altar servia de punto de conclusión a las procesiones de la Virgen del Carmen que partían de la Iglesia del Carmelo.
A finales de los años 20, surge en el lugar una residencia llamada Villa Miramar, arrendada y adquirida finalmente en la década del 50 por la familia Currais, la cual asumió la restauración de la edificación para convertirla en sucursal de La Zaragozana bajo el nombre de 1830, fecha en que se fundo el primer establecimiento.
Hermosas rejas de la época, vitrales y balcones de maderas preciosas torneadas que recuerdan el neoclásico reciben a los visitantes que apuestan por el sitio para descubrir los más exquisitos platos de la gastronomía cubana e internacional.
Con una capacidad total de 200 plazas, el Restaurante 1830 dispone de ofertas especializadas en los diversos salones con que cuenta, capaces de convertirse en reservados para las ocasiones mas significativas.
En el piso superior se localizan los salones conocidos como Verde, Azul e Imperial, este último para ocho comensales -el más pequeño de la instalación- y dedicado a protocolos, almuerzos especiales y cenas de negocios.
En la planta baja están los locales restantes bajo los nombres de Rojo, Tropical y Oro, así como un salón de estancia conocido como Violeta, con el complemento del Bar Colonial en la antigua biblioteca de la mansión.
Los servicios del 1830 se benefician además de una amplia oferta de licores de marcas famosas a nivel internacional, así como vinos, bombones finos y el añadido final de un habano de primera calidad para completar una buena cena.
Las diversas opciones del centro incluyen también el cabaret Jardines del 1830, con servicios de almuerzo para turistas y espectáculos musicales para los más exigentes gustos de los visitantes que apuestan por el lugar.
Las áreas exteriores se unen por un pequeño acantilado de piedras y caracoles marinos a una isla japonesa denominada Koisima, ideal para actividades y celebraciones privadas, decorada con motivos marinos.