La capital cubana, principal destino turístico de la mayor de Las Antillas, arribó a los 495 años de su fundación con una agenda plena de opciones para los visitantes que acuden al principal núcleo urbano de la isla.
Otrora villa de San Cristóbal de La Habana, es uno de los más fieles exponentes de la arquitectura colonial del país, marcada por una notoriedad que comenzó desde fines del siglo XVI, con características propias aunque con una fuerte influencia ibérica.
Conocida también como Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa un museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó la histórica urbe.
Numerosas plazas se localizan en la geografía de La Habana, con especial destaque para aquellas conocidas como de Armas, de la Catedral, la llamada Plaza Vieja y la de San Francisco de Asís, esta última aledaña a la iglesia y el convento de igual nombre.
La ciudad conserva también rasgos distintivos como el famoso Paseo del Prado y la conocida Alameda de Paula, esta última construida en la segunda mitad del siglo XVIII, ambos sitios de obligado tránsito para los pobladores capitalinos de aquellos tiempos.
A partir del siglo XVI el puerto de La Habana ofreció servicios a todo tipo de barcos y devino centro de la actividad económica del país hasta que las autoridades cubanas decidieron desplazar su infraestructura a la bahía del Mariel, a 45 kilómetros al oeste de La Habana.
Los planes contemplan la posibilidad de colocar un paseo marítimo para que los caminantes puedan adentrarse a pie en parte de la bahía.
Su sistema de fortalezas, con el emblemático Castillo de Los Tres Reyes del Morro, abarcó nueve grandes construcciones para constituir –a decir de los expertos– el conjunto más notable de su tipo en la América hispana.
Entre esas obras, el Castillo de la Real Fuerza (concluido hacia 1577) abrió el camino en el continente al diseño renacentista en las construcciones militares, con un estilo que predominó en España en época de los Reyes Católicos y fue llamado también isabelino.
Cerca de 140 de las edificaciones localizadas en el centro histórico de la capital cuentan con un origen que se remonta a los siglos XVI y XVII, otras 200 al XVIII y más de 460 al XIX, conformando así una mezcla plena de atractivos para los gustos más exigentes.
Los esfuerzos de recuperación permitieron el rescate de sitios emblemáticos como el Teatro Martí, cuna del género bufo en Cuba, el mariposario de la Quinta de los Molinos, el Bodegón del Queso y el antiguo Almacén de la Madera y el Tabaco, convertido ahora en una cervecería artesanal.
Verdaderos clásicos de la industria del ocio, los establecimientos ubicados en antiguos inmuebles constituyen ofertas difíciles de dejar a un lado por los visitantes ante las novedades que aportan.
Entre las instalaciones dispuestas destaca el Hotel Beltrán de Santa Cruz, con 11 habitaciones y ubicado en una elegante casona del siglo XVIII, enclavada muy cerca de la Plaza Vieja, la cual abrió sus puertas convertida en una acogedora hospedería.