La infraestructura turística cubana, diseñada para responder a la demanda de vacacionistas nacionales y extranjeros, tiene en la gastronomía a uno de sus pilares gracias a las tradiciones desarrolladas durante siglos.

De esa forma, la existencia de hoteles se complementa con una amplia infraestructura de instalaciones de ocio, para espectáculos, prácticas deportivas, establecimientos comerciales y restaurantes.

En ese entorno destaca la capital, donde figuran sitios emblemáticos como El Templete, el cual toma su nombre por la cercanía al monumento que, erigido en 1828, evoca la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.

Convertido en una singular galería desde 2006, exhibe, como parte de su decoración, obras de importantes creadores cubanos que han integrado un proyecto, ideado por el chef vasco Arkaitz Echarte Guerecaechevarria y el artista de la plástica Alexis Leyva (Kcho).

Además, disfruta de una privilegiada ubicación, muy cerca del Museo Castillo de La Real Fuerza y de la Plaza de Armas, espacio fundacional de la ciudad.

En ese escenario está además El Patio, sitio emblemático del tradicional arte culinario cubano en la Plaza de la Catedral, corazón del Centro Histórico de La Habana Vieja.

Ubicado en un inmueble del siglo XVIII, el restaurante sorprende por su monumental portada, el amplio soportal, los balcones del piso superior y sus vitrales multicolores.

Con un servicio personalizado y de excelencia, El Patio cuenta con el snack bar El Portal con vista hacia el entorno de la plaza; y el salón La Fuente, en el patio interior, con servicio del bar Villanueva.

También tiene el salón climatizado y reservado Aguas Claras, ideal para almuerzos de negocios y cenas privadas; y el Salón del Marqués, especializado en carnes a la parrilla, y apropiado para recepciones y celebraciones especiales. Las propuestas contemplan asimismo a La Mina, ubicado en una edificación que fue en el siglo XVI y parte del XVII residencia de los obispos que oficiaban en la cercana Iglesia Parroquial Mayor.

Artistas de la cocina y del lienzo conviven en el inmueble, donde la planta alta reserva sus espacios a las galerías y estudios de los reconocidos artistas cubanos Roberto Fabelo, Zaida del Río, Pedro Pablo Oliva, Ernesto Rancaño y Ángel Ramírez.

Unido a ello, está el restaurante 1830, ubicado en el extremo oeste del malecón habanero y con las condiciones necesarias para convertirse a corto plazo en un centro insignia de la gastronomía cubana.

La historia del inmueble que acoge al establecimiento se remonta al siglo XIX, cuando en el lugar se localizaba un restaurante llamado Arana, cuya fama se extendía por la ciudad gracias a las especialidades de la casa: el Arroz con Pollo a la Chorrera y el Bacalao a la Vizcaína.

Hermosas rejas de la época, vitrales y balcones de maderas preciosas torneadas que recuerdan el neoclásico reciben a los visitantes que apuestan por el sitio para descubrir los más exquisitos platos de la gastronomía cubana e internacional.

Con una capacidad total de 200 plazas, el Restaurante 1830 dispone de ofertas especializadas en los diversos salones con que cuenta, capaces de convertirse en reservados para las ocasiones más significativas.