El oriente cubano, región conocida por su riqueza natural, relieve montañoso y exquisitas zonas de playa, acoge provincias como Holguín, incluida entre las de mayor dinamismo en cuanto al desarrollo de la industria del ocio.
El territorio destaca además por contar con 60 kilómetros de playas, grandes y pequeñas, que dirigen su mirada al Atlántico, muchas de ellas capaces de competir en belleza y claridad de sus aguas con las más famosas a nivel mundial.
Entre ellas resalta Playa Esmeralda, con 900 metros de largo y protegida por extensos arrecifes coralinos, acantilados y una exuberante vegetación que proporciona sombra.
La zona añade un área marina de casi 18 kilómetros de largo con 40 sitios de buceo, donde el fondo marino es irregular y complejo, formando altos montículos, cuevas, pequeños valles y acantilados de paredes verticales.
En algunos lugares, estas paredes descienden suavemente para formar terrazas cubiertas con abanicos de mar comunes, otras gorgonias y corales.
Al decir de entendidos, la playa recibió ese nombre debido al color de las aguas del océano que bañan su arena, las cuales son de un verde claro.
Su peculiar forma de media luna, -rodeada de lagunas y abundante vegetación- le otorgan sin lugar a dudas cierto aire de privacidad y recogimiento.
Además, cuenta con instituciones hoteleras de primera línea como el Río de Oro, el cual ofrece un entorno natural privilegiado y exótico frente a uno de los arrecifes coralinos más bellos del mundo.
Al anterior se suma el complejo Sol Río de Luna y Mares, ubicado en un sitio privilegiado porque es una atracción ecológica que lo convierte en un lugar ideal para aquellos que desean estar en contacto con la naturaleza y el mar.
Playa Esmeralda se combina con la Reserva Natural Bahía de Naranjo, con el atractivo de un acuario en medio del mar, cuyo acceso se concreta solo a través de embarcaciones.
Delfines entrenados ofrecen increíbles espectáculos de habilidades y comparten el mar con aquellos vacacionistas que estén dispuestos a la aventura, para brindar una imagen donde los bailes, saltos y rápidos desplazamientos hacen la alegría de grandes y pequeños.
La rada donde se enclava el acuario, otrora considerada excelente refugio de corsarios y piratas, acoge a las embarcaciones turísticas y las protege del viento y las olas del mar, a la espera de los amantes de los paseos acuáticos.
Tres decenas de kilómetros de costas con cinco playas naturales, asentamientos arqueológicos, cuevas y cayos vírgenes se integran una oferta que muestra como complemento una barrera coralina de seis kilómetros de extensión, excelente para la práctica del buceo.
El panorama costero de Bahía de Naranjo se integra además con numerosas muestras de la riqueza de la flora cubana, con especies autóctonas preservadas celosamente de la mano intrusa del hombre, todo lo cual convierte a esa región en una plaza exclusiva para los amantes de la naturaleza.