La zona central de la mayor de Las Antillas, plena de atractivos para la industria del ocio, orienta la atención hacia aquellos territorios que se integran en la cayería norte, con varios kilómetros de excelentes playas y un entorno prácticamente virgen.
Un camino sobre el mar -llamado predaplén- de 48 kilómetros de extensión sirve de enlace entre la mayor ínsula del archipiélago cubano y los cayos Santa María, Las Brujas, Ensenachos, Cobos, Majá, Fragoso, Francés, Las Picúas y Español de Adentro, entre otros.
En ese conjunto de espacios, especial interés concentra el islote conocido como Las Brujas (con 6,7 kilómetros cuadrados), el cual cuenta con diversos valores naturales de gran belleza y seducción, destacándose sobretodo sus extensas playas de aguas transparentes dotadas de un mosaico de fondos marinos.
Las leyendas también están presentes, pues su nombre esta vinculado a las historias de fantasmas, ruidos y apariciones que circulaban entre los pobladores, aunque otras narraciones las asocian con los encuentros amorosos entre un pescador y una joven de la localidad.
También están los relatos que relacionan a esos personajes con la protección a quienes se dedicaban a la faena del mar, haciendo que los mejores peces mordieran la carnada, los vientos impulsaran las velas y las peores tormentas se alejaran para el bien de todos.
Entre los atractivos turísticos que podemos encontrar están los 2,4 kilómetros de playas, reconocidas por su belleza, aguas claras y transparentes, de finas y blancas arenas, dotadas de una variedad de fondos marinos donde se combinan las tonalidades de verde y azul en diversos contrastes.
Esas zonas poseen forma de conchas cerradas de excelente calidad y con buenas potencialidades para la actividad turística, principalmente la modalidad de sol y playa.
También se ubica en el cayo la marina La Brujas que ofrece oportunidades para el buceo y los deportes náuticos, tomando en cuenta el enorme potencial del territorio en esa materia.
Como elemento adicional, en la región está el barco San Pascual, encallado en las cercanías de Cayo Francés y convertido en una rareza naval al estar hecho de hormigón armado y botado al agua en 1920 en los astilleros de San Francisco, California.
Conocido también por los habitantes como El Pontón, muchos lo consideran como un islote más, aunque en la actualidad ofrece a los vacacionistas las facilidades de una decena de camarotes y una posición envidiable para apreciar los atractivos de la región.
En ese entorno se puede practicar la pesca en canales de hasta 10 metros de profundidad, en lanchas con motor, donde las especies más abundantes son el sábalo, pargos, rabirrubias, cuberas, aguajíes y meros, así como róbalos, albacoras y dorados, entre otros.
Precisamente, en ese islote destaca la villa de igual nombre, ubicada en Punta Periquillo junto a una amplia franja de arena de casi dos kilómetros de playa y edificada sobre pilotes en las altas rocas de un acantilado.
Muy cerca se localiza un aeropuerto con facilidades para acoger aviones de pequeño y mediano porte, lo cual permite el acceso de los vacacionistas al lugar.