Las nuevas tendencias del turismo mundial, con una gama cada vez más amplia de opciones, muestran el creciente interés de los vacacionistas por productos como los que ofrece la capital cubana, respaldada por una historia centenaria.
La antigua Villa de San Cristóbal de La Habana, ubicada entre las siete primeras localidades fundadas por los españoles en la mayor de Las Antillas, encierra en su Centro Histórico un inagotable tesoro de tradiciones, reliquias arquitectónicas y cultura, todo ello combinado en una mezcla para todos los gustos.
Pequeñas edificaciones, a semejanza de los hostales de la época colonial, se abren por doquier y siempre dispuestas a brindar lo mejor de sí para los miles de turistas que cada año apuestan por la principal ciudad de la isla, en una relación donde figuran nombres como el Valencia y Los Frailes.
Precisamente ese último establecimiento, uno de los de mas reciente apertura, se presenta como una fórmula ganadora para el ocio, donde se conjugan elementos históricos, culturales y turísticos.
Las facilidades de este cinco estrellas se esconden en una vivienda del siglo XVIII, mansión del marqués Pedro Claudio Duquesne, cuarto poseedor de ese titulo nobiliario y Capitán de Navío de la Armada Francesa.
En esos tiempos, hacia el 1793, el inmueble era frecuentado por representantes de la nobleza de la época, autoridades militares y de la iglesia, artistas de prestigio y personalidades en general de la sociedad, tanto las residentes en la isla como de tránsito.
Diseñado al estilo de un monasterio medieval, Los Frailes encierra el sugerente atractivo de 22 habitaciones climatizadas (de ellas cuatro con la categoría de minisuites), y un pequeño bar-cafetería que recuerda a un mesón de la época.
En su entrada, un monje metálico -preciosa escultura trabajada en cobre- recibe a los clientes con el rostro oculto bajo una capucha, dando paso así a una ambientación que incluye retablos con figuras religiosas, vitrales y hasta el toque de antigüedad procedente de las paredes, tratadas con técnicas de envejecimiento para mantener el ambiente colonial.
El entorno de paz de Los Frailes, con un patio interior central cargado de exuberante vegetación, solo se ve alterado por el suave sonido del agua de su aljibe, en un entorno donde se mueve el personal de servicio con trajes que constituyen una versión libre de la vestimenta de los franciscanos.
Mas allá del recinto, el establecimiento se beneficia de su ubicación en las cercanías de la llamada Plaza Vieja, una de las cinco pioneras de la capital cubana y sede del famoso Mercado de la Reina Cristina.
Gracias a esa posición, los huéspedes del Hostal tienen al alcance de la mano un valioso fragmento de la historia de la ciudad, con la casona del Fondo Cubano de Bienes Culturales en lo que fuera allá por el siglo XVIII el palacio de los Condes de Jaruco, así como a pocos pasos del Convento de San Francisco de Asís.
Por todo ello, Los Frailes brinda la oportunidad única del descanso en un ambiente con las facilidades de la modernidad, rodeado a la vez de una historia que se acerca ya a los cinco siglos.