El extremo occidental de la mayor de Las Antillas, pleno de valores naturales, culturales e históricos, encierra además espacios de características únicas con condiciones ideales para la práctica del inmersionismo.
La referida actividad dispone a nivel nacional de más de 70 mil kilómetros de la plataforma insular cubana, con unos cinco mil kilómetros de costas, bañadas a su vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe.
Cerca de seis mil 500 variedades de peces, crustáceos, esponjas y moluscos, acompañados de hasta 850 kilómetros de barreras coralinas en perfecto estado, convierten a la isla en uno de los ecosistemas submarinos mejor conservados de la región.
Además, tres decenas de centros especializados en buceo operan en todo el territorio del país caribeño, con facilidades para cursos de iniciación e inmersiones en barreras coralinas y cavernas, todo ello bajo los parámetros exigidos a nivel internacional en esa actividad.
Precisamente, en esa región se localiza una de esas instalaciones bajo el nombre de María La Gorda, con cinco decenas de puntos definidos para el inmersionismo.
Los expertos clasifican sus fondos entre los 10 primeros del subcontinente latinoamericano debido a la abundancia de especies marinas y corales de extraordinaria belleza.
Los buzos destacan los descensos a través de extensas paredes verticales hasta los nidos coralinos, la exploración de túneles y cuevas, y los descubrimientos de restos de antiguos galeones españoles.
Cabe mencionar que ya desde los cinco metros de profundidad se aprecian grandes formaciones de coral con una permanente y abundante fauna, especialmente gorgonias.
En el nombre de esa zona se unen las leyendas, donde se menciona a una indígena venezolana atrapada por los piratas y que posteriormente fue abandonada en el occidente cubano, en una playa de unos ocho kilómetros y aguas cristalinas.
La mencionada aborigen, llamada María, se instaló en el lugar y abrió una posada donde ofrecía alimentos y placer a los filibusteros que arribaban al lugar, y al parecer su nombre unido al físico sirvieron para atribuirle al territorio su actual denominación.
Las aguas son tranquilas y con gran visibilidad, y se bucea entre los 15 y los 35 metros de profundidad, junto donde comienza el talud continental, una abrupta pared donde se concentra prácticamente toda la fauna marina típica del Mar Caribe.
El complemento del Centro Internacional de Buceo está en la villa María La Gorda, desplegado sobre una playa de blancas arenas, con siete decenas de confortables habitaciones, la mayor parte de ellas en primera línea del mar.
Además, se inserta en el torno de la Península de Guanahacabibes, favorecida con más de 15 kilómetros de excelentes playas, entre ellas Las Tumbas, El Prejuicio, El Holandés, Las Canas y por supuesto, María la Gorda.