La capital cubana, incluida entre las siete ciudades maravillas del planeta, ofrece para el turismo una mezcla de propuestas que van desde las tradicionales ofertas de sol y playa hasta aquellas orientadas a segmentos determinados de visitantes.
Otrora villa de San Cristóbal de La Habana, es uno de los más fieles exponentes de la arquitectura colonial de la isla, marcada por una notoriedad que comenzó desde fines del siglo XVI, con características propias aunque con una fuerte influencia ibérica.
También llamada en aquella época Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa en la actualidad un singular museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó la histórica urbe.
La ciudad se erige en una mezcla de estilos arquitectónicos que abarcan el renacentismo, art deco, mudéjar, barroco, neoclasicismo, eclecticismo, art nouveau y el barroco cubano, además de ser el centro del panorama cultural del país.
En sus predios, unas tres decenas de museos, 10 galerías de arte, 25 teatros e instituciones únicas como el Ballet Nacional de Cuba y la Casa de Las Américas avalan esa posición, al servir además de sede a numerosos festivales internacionales de cine, danza, artes plásticas y literatura, entre otras manifestaciones.
Para los que apuestan por un encuentro con los ritmos tradicionales cubanos -entre ellos el son, danzón, bolero y chachacha-, tienen a su disposición las facilidades de espacios como el Habana Café, el Pico Blanco y centros nocturnos de la talla del Copa Room, Parisién y el mundialmente famoso cabaret Tropicana, con su Salón Bajo Las Estrellas.
La capital es también el escenario de obras únicas como el Capitolio de La Habana, considerado por los especialistas entre los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial.
Entre los tesoros de la instalación está la estatua que simboliza a la República, esculpida por el italiano Angelo Zanelli y que impone el respeto que le otorga el ser la tercera escultura bajo techo más grande del orbe.
Además está el barrio de El Vedado, corazón de la capital, el cual toma su nombre de las prohibiciones existentes en el siglo XVI para abrir caminos en aquella zona impenetrable, cubierta de bosques que obstaculizaban cualquier acceso hostil hacia la villa de San Cristóbal de La Habana.
La principal zona del Vedado es La Rampa, cinco manzanas que abarcan entre sus atractivos al famoso Hotel Nacional, edificado en una terraza que en tiempos coloniales fue un estratégico enclave militar, así como el Habana Libre.
Su sistema de fortalezas, con el emblemático Castillo de Los Tres Reyes del Morro, abarcó nueve grandes construcciones para constituir -a decir de los expertos- el conjunto más notable de su tipo en la América hispana.
Entre esas obras, el Castillo de la Real Fuerza (concluido hacia 1577) abrió el camino en el continente al diseño renacentista en las construcciones militares, con un estilo que predominó en España en época de los Reyes Católicos y fue llamado también isabelino.