El encanto del Centro Histórico de la capital cubana, pleno de un tesoro de tradiciones, joyas de la arquitectura colonial, espacios para la cultura y el comercio, constituye uno de los principales atractivos para la industria del ocio en la capital.
Con una historia que se acerca indetenible a los cinco siglos, la también llamada Habana Vieja muestra un espíritu renovador que apunta a conservar para las generaciones futuras y visitantes foráneos los mejores exponentes del pasado.
Mas de 30 mil inmuebles de los más diversos estilos constructivos se localizan en un área de 240 hectáreas, en edificaciones que van desde fortalezas de la época española hasta iglesias, museos, establecimientos de servicios, e incluso escuelas, centros de salud y de alojamiento para el turismo.
Entre esos últimos cobran cada vez mas fuerza los pequeños hoteles, diseñados como una especie de albergues al estilo español, muy demandados por los vacacionistas debido a su tamaño, excelente ubicación, ambiente íntimo y acogedor.
La relación de establecimientos en activo va desde aquellos con mas de 20 habitaciones hasta los que disponen de una decena, como es el caso del Hotel El Comendador.
El mencionado centro de ocio, operado por la compañía Habaguanex S.A., se localiza en la antigua vivienda de Don Pedro Regalado Pedroso y Pedroso, quien fuera Prefecto de la Orden de Carlos III en la isla.
La historia del inmueble, del siglo XVIII, acumula el atractivo de haber servido además de posada en su planta baja, con cantina, tienda de cigarrillos y posteriormente oficinas con dormitorios en el piso superior.
Los trabajos de reparación capital a que fue sometido llevaron al nacimiento de El Comendador, con 14 confortables habitaciones (suites, sencillas y dobles), y un acogedor estilo constructivo colonial donde la antigüedad se combina con las facilidades que aporta la modernidad (climatización, cajas de seguridad).
Su sobrio mobiliario, con elementos muy sencillos del renacimiento y algunas piezas originales del patrimonio cubano, se mezclan para satisfacer de conjunto, el confort moderno concebido a la usanza de los más exigentes clientes.
La decoración de cada cuarto otorga al centro un sello peculiar de solemnidad vinculado a lo antiguo, algo muy apreciado por los vacacionistas cuando buscan la historia en urbes modernas.
La instalación se beneficia además de una envidiable ubicación en la añeja ciudad, pues con apenas caminar unos pasos los vacacionistas tienen acceso a instalaciones culturales como el Centro Wifredo Lam, los museos del Automóvil y el de Ciencias Carlos J. Finlay y la Casa Guayasamín.
Para la gastronomía El Comendador cuenta con el Mesón Onda, una magnifica reproducción de una posada española, conocido entre sus visitantes más asiduos por sus tapas preparadas con chorizo, pimienta y otras exquisiteces, las cuales pueden ser acompañadas con una jarra de cerveza bien fría o vinos de excelentes cosechas.
Otra de las singularidades del hotel se encuentra en su Salón de Arqueología, donde se conservan descubrimientos realizados por investigadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad al explorar áreas del lugar para conocer la vida de la familia Pedroso.