Los valores patrimoniales encuentran espacio en la ciudad de Matanzas, capital de la occidental provincia cubana de igual nombre, avalados por una historia que llega ya a los 323 años desde su fundación.
El territorio constituye un verdadero complemento para los miles de visitantes que acuden cada año al famoso balneario de Varadero, localizado a solo unas decenas de kilómetros de la urbe.
Surgida en 1693 con el nombre inicial de San Severino y San Carlos, también es conocida como la Atenas de Cuba e incluso llamado antaño la Venecia de América -por sus ríos, puentes y canales-, con una dinámica actividad comercial y cultural para la época. La singular prosperidad económica le añadió el nombre de la Nápoles de América a mediados del siglo XIX, hasta llegar a su denominación actual.
Asimismo, la abundancia de pasos sobre el agua también le otorgó el apodo de "ciudad de los puentes", con vías como el antiguo de La Concordia, hoy conocido como Lacret, o el Calixto García, por solo citar algunos.
La diversidad arquitectónica marca el entorno de la atractiva ciudad, con joyas de la construcción como el teatro Sauto, inaugurado en 1863 y diseñado por el italiano Daniel D'Allaglio, convertido en Monumento Nacional de la mayor de Las Antillas.
La Plaza de la Vigía, primera plaza de armas de la añeja ciudad, encierra en su entorno exponentes unidos de los valores históricos de la urbe, representados en inmuebles como el Cuartel de Bomberos, la antigua Aduana y el Palacio de Junco, actual museo.
Otro de los sitios plagado de recuerdos en la capital provincial esta en el Parque de La Libertad, surgido hacia 1800 y centro de algunas de las más importantes edificaciones, como el Liceo Artístico y Literario.
La fama de ese sitio está vinculada a la cultura cubana, pues precisamente en él se presentó por primera vez de forma oficial, en 1879, el baile nacional conocido como danzón, además de ubicarse en las cercanías la botica francesa, transformada en Museo Farmacéutico en 1964.
Única de su tipo que se conserva en el orbe, cuenta con los instrumentos utilizados en la época para la obtención de medicamentos, así como numerosos frascos de porcelana decorados a mano.
En el sitio dedicado a la preparación de los fármacos se encuentran incluso los libros de recetas con mas de un millón de formulas originales, unido a la medalla de Bronce obtenida por los especialistas en la Exposición Universal de París en 1900.
Mientras, a las más diversas manifestaciones culturales está dedicado el Museo del Arte, con una amplia muestra de pinturas, grabados, esculturas, piezas decorativas y muebles, entre otros exponentes de singular calidad.
Especial atención entre los visitantes despiertan las salas dedicadas a pinturas y grabados de Matanzas, correspondientes a los siglos XIX y XX, así como piezas del arte universal procedentes de Francia, Inglaterra y Holanda.
El Palacio de Junco, palacete construido en 1838 en un entorno colonial español, acoge al Museo Provincial desde 1980, donde los visitantes se tropiezan en su recorrido con el estilo de vida del pasado colonial, el contraste de los propietarios criollos con el de los esclavos que se encargaban de producir el azúcar y el café.
Las maravillas subterráneas de las Cuevas de Bellamar, descubiertas en 1861, las ruinas del ingenio Triunvirato y el toque natural que aporta el Río Canimar complementan los atractivos de la ciudad.