La capital cubana, destino turístico por excelencia en la mayor de Las Antillas, se erige en uno de los principales atractivos para los visitantes internacionales que acuden cada año a la isla.
Una amplia infraestructura hotelera y de servicios, zonas de playa cercanas como el Circuito Azul y numerosos centros culturales complementan la oferta para el ocio del mayor núcleo urbano del archipiélago.
Declarada entre las siete Ciudades Maravilla del Mundo, La Habana justifica ese y otros muchos reconocimientos no solo por su belleza y movilidad, sino por las tradiciones de su gente.
Cabe mencionar que por las calles de la capital transita más del 90 por ciento de todos los viajeros que llegan al país, tanto en plan de descanso como en negocios o atención médica.
Por ello, la economía del territorio responde a la industria, el comercio, los servicios y el turismo, con el 47 por ciento de todos los hoteles del archipiélago instalados en su espacio.
La otrora villa de San Cristóbal de La Habana, fundada en noviembre de 1519, es uno de los más fieles exponentes de la arquitectura colonial de la isla, marcada por una notoriedad que comenzó desde fines del siglo XVI, con características propias aunque con una fuerte influencia ibérica.
También llamada en aquella época Ciudad Antemural de las Indias Occidentales y Llave del Nuevo Mundo, representa en la actualidad un singular museo viviente de los más diversos estilos constructivos, reflejo de las etapas de desarrollo por las cuales atravesó la histórica urbe.
Su sistema de fortalezas, con el emblemático Castillo de Los Tres Reyes del Morro, abarcó nueve grandes construcciones para constituir -a decir de los expertos- el conjunto más notable de su tipo en la América hispana.
Cerca de 140 de las edificaciones localizadas en el centro histórico de la capital cuentan con un origen que se remonta a los siglos XVI y XVII, otras 200 al XVIII y más de 460 al XIX, conformando así una mezcla plena de atractivos para los gustos más exigentes.
Numerosas plazas se localizan en la geografía de La Habana, con especial destaque para aquellas conocidas como de Armas, de la Catedral, la llamada Plaza Vieja y la de San Francisco de Asís, esta última aledaña a la iglesia y el convento de igual nombre.
La ciudad conserva también rasgos distintivos como el famoso Paseo del Prado y la conocida Alameda de Paula, esta última construida en la segunda mitad del siglo XVIII, ambos sitios de obligado tránsito para los pobladores capitalinos de aquellos tiempos.
Sus valores patrimoniales fueron reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) al declararla Patrimonio de la Humanidad en 1982.
En los espacios de la ciudad se dan la mano edificaciones que representan desde el renacentismo hasta el art deco, pasando por el mudéjar, barroco, neoclasicismo, eclecticismo, art nouveau y el barroco cubano.
La culminación de este último se muestra en el Palacio de los Capitanes Generales, con una fachada dominada por una decena de grandes columnas que forman soportes, y una calle frontal que conserva la estructura original de adoquines de madera.