El archipiélago cubano, pleno de atractivos naturales en un entorno con más de cuatro mil cayos e islotes, se erige en plaza fuerte para los amantes de la observación de aves.
Sol, playa, cultura, tradiciones e historia se combinan con la oferta cada vez más demandada del entorno, favorecida por la existencia de numerosas reservas naturales, ecológicas, de la biosfera, áreas protegidas y parques nacionales.
La avifauna cubana es muy diversa, con más de 350 especies presentes en las islas y cayos que conforman el país, con destaque para las marinas y de regiones boscosas, marcadas además por un alto grado de endemismo.
Tomando en cuenta su ubicación geográfica, en la mayor de Las Antillas se detectaron 216 especies que pertenecen a las diferentes categorías de aves migratorias que transitan o realizan su residencia invernal en Cuba.
En este importante mundo de la observación de aves, en el Parque Nacional Guanahacabibes se registraron 190 especies, de las cuales 95 crían en Cuba.
Mientras, en el occidente de la isla se localiza la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, donde habitan 93 especies de aves, de las cuales 62 crían en Cuba y 31 pertenecen a diferentes categorías migratorias.
Asimismo, el mejor período para la observación de aves en Cuba es entre noviembre y marzo, cuando las temperaturas son más frescas y menos agresivas las plagas de insectos.
Gran cantidad y variedad de aves, en especial durante la época invernal, aprovechan los ríos, lagunas, presas y cayos que abundan por doquier en la mayor de Las Antillas.
La nación caribeña cuenta además entre las aves con el singular pájaro mosca o zunzuncito, clasificado como la más pequeña del mundo y conocido por la posición horizontal que adopta al libar el néctar de las flores, con una longitud que apenas alcanza los 60 milímetros y localizado solo en los bosques aislados.
Otra de las especies características de Cuba, atractiva por sus vistosos colores, es la cotorra, presente en zonas como la Ciénaga de Zapata, la Isla de la Juventud y en el macizo montañoso de Guamuhaya, en el centro del país.
Con un origen que se remonta a miles de años, la peculiar ave tiene la virtud de imitar la voz humana y aprender algunas palabras, además de ser fácil de domesticar.
Mientras, en Jardines del Rey sus islotes acogen a más de 200 especies de aves de 14 géneros, entre migratorias, terrestres y endémicas, por lo que representan un gran potencial para el turismo de naturaleza en la zona.
Los cayos proporcionan cobija permanente o temporal para las aves, tanto para especies propias del territorio cubano como para otras que llegan desde tierras lejanas en busca de un clima cálido.
En ese entorno están inventariadas unas 230 variedades de plumíferos, más del 60 por ciento de las registradas en la Isla y una cifra significativa migratoria, debido a la existencia en la zona de un importante corredor internacional.
Cada año llegan a la región miles de turistas de diversas partes del mundo, a quienes les atrae la observación de aves, de ahí la importancia de salvaguardar el medio donde viven y embellecen el paisaje con sus cantos y su colorido plumaje.