El archipiélago cubano, destino turístico por excelencia en el Caribe, cuenta a su favor con atractivos únicos para el ocio que se apoyan en elementos tradicionales e históricos del país.
En ese entorno destacan las ofertas en el oriente cubano, con las ruinas de varias decenas de cafetales franco-haitianos establecidos en ese territorio a finales del siglo XVIII e inicios del XIX.
La provincia de Santiago de Cuba constituye un escenario singular de la Ruta del Café, con una cultura vinculada a la presencia francesa en la nación caribeña y a la esclavitud.
Cerca de un centenar de esas fincas están contabilizadas en el mencionado territorio, como restos de una época en la cual se asentaron los colonos galos, con sus costumbres y cultura.
Treinta y dos de esos antiguos cafetales, desarrollados por los franceses que escaparon de la vecina Haití en 1789 tras la revolución en ese país, figuran en el territorio de la también oriental provincia de Guantánamo.
Mientras, el resto, mayoritario en su conjunto, abarca la zona de la Gran Piedra, El Cobre, Dos Palmas y Contramaestre.
El café, exclusivo de Etiopía y conocido inicialmente como Kahwe o Kahwa, es considerado como una bebida ritual en las religiones afrocubanas y oferta tradicional a los difuntos en las ceremonias.
Hacia 1748 está fijada la fecha de entrada del café a la mayor de Las Antillas, de la mano de comerciantes procedentes de Santo Domingo, aunque solo 50 años después comenzó a explotarse a escala comercial cuando arribaron al país los colonos franceses que huían de la revolución en Haití.
En la isla la especie más cultivada es la Arábiga, con cerca de 12 variedades, las cuales se comercializan bajo las marcas Turquino, Cristal Mountain, Serrano, Cubita y Caracolillo, entre otras, caracterizadas por un aroma y sabor imposible de repetir.
Con ese entorno, el café conforma junto al ron cubano y el inigualable habano una trilogía a la cual es difícil resistirse, en especial cuando se trata de vacacionistas que acuden a la isla en busca de descanso.
Zonas de difícil acceso en los sistemas montañosos del oriente cubano sirven de resguardo a testimonios del proceso de desarrollo de los cafetales franco-haitianos, conservado a pesar de los embates de la naturaleza y el implacable paso del tiempo.
La experiencia de los franceses llegó además a Cuba acompañada de un rico tesoro cultural, reflejado en la evolución de manifestaciones como la literatura, música, bailes, religión y gastronómica en el oriente del país e incluso hacia el Caribe, más allá de las fronteras de la mayor de Las Antillas.
Para los amantes de la historia están las ruinas del cafetal conocido como Santa Sofía, un gigante con dotaciones de más de 600 esclavos, el Kentucky y La Isabelica, este último con la arquitectura de la época en perfecto estado de conservación y sede además de un museo etnográfico.
La Ruta del Café involucra precisamente a la Gran Piedra, así como las haciendas La Isabelica, Fraternidad, Santa Paulina, San Juan de Escocia y San Luis de Jacas.