La capital del archipiélago cubano, principal núcleo urbano de la isla y reconocida por valores patrimoniales cercanos a los cinco siglos, acoge en sus espacios a elementos representativos de la vida social, entre ellos el Capitolio de La Habana.
Para los que acuden cada día a la antigua villa de San Cristóbal de La Habana, ya está disponible acceso a un complejo que es considerado como el segundo punto más alto de la urbe.
Un amplio programa de rehabilitación apunta al renacer de lo histórico, pues el inmueble clasifica entre los seis palacios de mayor relevancia a nivel mundial.
La historia recuerda los avatares de su construcción, realizada durante tres años y medio desde el 1 de abril de 1926 a 1929, con el objetivo de instalar en el inmueble al legislativo del gobierno de antaño.
Las cifras son también impresionantes, pues para su edificación se desembolsaron cerca de 17 millones de pesos, cifra enorme para la época, unido al trabajo de más de ocho mil obreros especializados.
En materiales los anales recogen la utilización de cinco millones de ladrillos, 38 mil metros cúbicos de arena y 40 mil de piedras, 150 mil bolsas de cemento, tres mil 500 toneladas de acero estructural y dos mil de cabillas, cantidades verdaderamente impresionantes.
Las piedras de la formación Capellanía que forman las paredes del edificio se extrajeron en Cuba, mientras que de Italia y Alemania se importaron 60 tipos de mármoles para los pisos, escaleras y otros elementos.
La mayor parte de las obras de rehabilitación son la reparación y pulido de estatuas, lámparas, elevadores y puertas de bronce, trabajos de electricidad y plomería, la limpieza del exterior con arena a presión, pintura de interiores y reparaciones estructurales en la cúpula.
También se trabaja en la instalación de nuevas tuberías para servicios y computación, seguridad, alarmas de incendio, cables de fibra óptica, así como sistemas de climatización en las oficinas.
Entre los tesoros de la instalación está la estatua que simboliza a la República, esculpida por el italiano Angelo Zanelli y que impone hoy el respeto que le otorga el ser la tercera escultura bajo techo más grande del orbe.
Además, del propio creador y ubicadas a ambos lados de la entrada están las estatuas La Virtud Tutelar del Pueblo y El Trabajo.
Sobresale en el Capitolio la majestuosidad del Salón de los Pasos Perdidos, con sus 120 metros de longitud y enorme cúpula, además del denominado Yara, donde se conservan hermosas piezas de la vajilla original.
Mientras, están el Jimaguayú con esculturas de Zanelli, y Baraguá, destinado a reuniones de trabajo, así como también la biblioteca José Martí.
En la cripta que guarda los restos del mambí desconocido se pueden apreciar las banderas de todas las naciones del continente americano, la escultura de La Patria, la partitura del himno de Bayamo y el escudo de armas de la nación.
El Capitolio Nacional es una edificación inspirada en su similar de los Estados Unidos, de fachada acolumnada neoclásica y una cúpula de 91 metros de altura, que se construyó para acoger a las dos cámaras del Congreso republicano.