El creciente interés de los vacacionistas foráneos en la capital cubana, respaldada con una rica historia de tradiciones y obras arquitectónicas, cuenta con el factor adicional de la fama que precede a muchos de los sitios de la urbe.
Precisamente ese es el caso del Malecón, donde las olas rompen a lo largo del espigón de esa vía, una de las principales arterias de la ciudad de La Habana y sitio de obligada referencia para todo el que apuesta por la isla como destino para el descanso y la recreación.
El atractivo vial se extiende desde la entrada de la Bahía de La Habana -al este-, por espacio de unos cinco kilómetros hacia el poniente, con un caprichoso diseño en paralelo a la irregular línea costera, bañada por las cálidas aguas que rodean a la isla.
Además de su belleza, avalada con una historia centenaria, el Malecón habanero constituye una pieza clave en el orden vial de la ciudad, pues con sus seis carrileras (tres en cada dirección) permite una circulación fluida.
A diferencia de las temporadas invernales en la isla, cuando el mar se lanza por encima de los muros de la mencionada obra, la época del Carnaval desborda al Malecón con una verdadera avalancha de gente, marcadas por la alegría y el jolgorio propio de un pueblo amante de la cultura.
Para muchos, el sitio es considerado como un verdadero pulso de la ciudad, fiel reflejo de la vida de sus habitantes, sus amores, juegos, tristezas y encuentros, todo ello en un espacio de pocos miles de metros.
En los primeros años del siglo XX ofreció también el atractivo de los baños públicos, donde los pobladores de la época disfrutaban de las cálidas aguas del mar, con el recato entre hombres y mujeres que dictaban las costumbres de antaño.
Asimismo, su trazado peculiar sirvió para los más diversos acontecimientos, incluyendo carreras de autos -una de ellas con el trágico saldo de varios muertos-, filmaciones de películas, desfiles y conciertos.
A lo largo de su trayecto se aprecian inmuebles y estatuas que marcan pautas en las tradiciones de la isla, como los hoteles Riviera y el monumental Nacional, o el sitio dedicado a recordar la figura de Calixto García, importante personalidad de la gesta independentista cubana.
Asimismo, los visitantes tropiezan con la broncínea imagen del Titán Antonio Maceo, localizada en un extenso parque de igual nombre, la cual parece dictar desde su posición dominante la estrategia para enfrentar la inclemencia de las olas que azotan al Malecón en los meses de invierno.
Para los visitantes y pobladores locales, el "muro del Malecón" es también el sitio preferido para escapar del calor nocturno que caracteriza el verano en la mayor de Las Antillas, con miles de personas que acuden a disfrutar del frescor que aporta el mar o simplemente pasar un rato agradable al aire libre.
Muchas familias acuden nada mas que para mirar el azul de las aguas, los numerosos barcos que cruzan en el horizonte o que acceden al puerto capitalino, sin otro propósito que dejar pasar el tiempo, acompañados de las bondades del famoso vial.