La mayor de Las Antillas, pieza clave en el escenario turístico del Caribe, contempla entre sus prioridades el acercamiento a la industria del ocio desde la propia riqueza del medio ambiente.
En la estrategia cubana se considera imprescindible el equilibrio entre la protección del entorno y la explotación de las áreas protegidas a favor del turismo de naturaleza y aventuras.
Cabe mencionar que la mayor de Las Antillas dispone de dos centenares de áreas protegidas identificadas y la mayoría de ellas pueden emplearse en las distintas modalidades de turismo, como parques nacionales, reservas ecológicas y refugios de fauna.
Las mencionadas áreas protegidas cubanas son zonas selváticas o boscosas, marinas y fluviales, seleccionadas para la conservación y protección de ecosistemas, la diversidad biológica y genética.
La fauna cubana aporta unas 16 mil 500 especies descritas, en un contexto donde algunos grupos zoológicos muestran un endemismo superior al 90 por ciento.
En materia de ecología, la diversidad es enorme y a manera de ejemplo está la zona central, donde las provincias de Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus cuentan con un enorme potencial para la práctica del turismo de naturaleza.
Asimismo, la avifauna cubana es muy diversa, con más de 350 especies presentes en las islas y cayos que conforman el archipiélago, con destaque para las marinas y de regiones boscosas, marcadas además por un alto grado de endemismo.
Unido a ello, la ubicación del país lo convierte en una ruta obligada para las aves migratorias que viajan largas distancias, en busca de alimentos y refugio seguro desde América del Norte hacia el Sur y en su itinerario de regreso.
También los ecosistemas de montaña no escapan al dinámico crecimiento del sector, y ya muchas de las ofertas incluyen recorridos y estancias en esas áreas.
El potencial de esa actividad está en el relieve cubano, pues la nación cuenta con cuatro macizos montañosos que ocupan aproximadamente el 21 por ciento de la superficie total de la isla, además de acoger al 37 por ciento de las zonas boscosas.
Unido a ello, entidades especializadas contabilizan a lo largo y ancho de la isla más de 10 mil cuevas, muchas de ellas con unos 25 millones de años de evolución.
Si bien las autoridades estiman que a muchas de esas zonas puede permitirse la entrada de turistas para incentivar el senderismo, una modalidad de gran aceptación, siempre deben estar monitoreadas por expertos para evitar que sean dañadas.
Mientras, el inmersionismo tiene a su disposición más de 70 mil kilómetros de la plataforma insular cubana, con unos cinco mil kilómetros de costas, bañadas a su vez por el Océano Atlántico y el Mar Caribe.
Cerca de seis mil 500 variedades de peces, crustáceos, esponjas y moluscos, acompañados de hasta 850 kilómetros de barreras coralinas en perfecto estado, convierten a la isla en uno de los ecosistemas submarinos mejor conservados de la región.