La región oriental de Cuba tiene a su favor el contar con Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, Villa Primada de la mayor de Las Antillas con una historia que alcanza ya los 507 años.
Fundada por el Adelantado Diego Velázquez en el 1511, llegó a ser además la primera capital y primer obispado de la ínsula, con un nombre que tiene su origen en un vocablo aborigen que significa "presencia de mar", en franca alusión de sus pobladores originales a una presencia de ambiente marinero por todos lados, muy contrastante con las montañas y las corrientes fluviales.
Asimismo, el paisaje natural se complementa con una montaña aplanada de 575 metros de altura conocida como el Yunque de Baracoa, por su similitud con esa pieza utilizada por los herreros para su labor.
El Yunque sirvió de refugio a indios y negros cimarrones, y en sus laderas se encuentran las ruinas de casas señoriales construidas por los franceses que arribaron a Cuba procedentes de Haití.
Unido a ello, diversas arterias de agua recorren el territorio, entre ellas el Toa -considerado el río más caudaloso de la isla-, marcado en su paso por numerosas cascadas, la más famosa conocida como El Saltadero con 17 metros de altura.
Baracoa cuenta con diversos atractivos naturales y culturales, lo que motiva a conocer el lugar, sus ríos, playas y gente, la gastronomía autentica donde se mantienen las tradiciones del coco y el chocolate.
Los visitantes se ven envueltos en un ambiente cargado de recuerdos de la época colonial, que incluyen la famosa Cruz de La Parra, fabricada por los españoles durante el primer viaje a América con maderas preciosas del lugar y que fuera utilizada para oficiar por Fray Bartolomé de Las Casas.
Además, es la única que se conserva de las 29 plantadas por el afamado navegante Cristóbal Colón en sus cuatro viajes a América.
La época del dominio español dejó sus huellas en las construcciones de la localidad, donde destacan numerosas edificaciones levantadas con piedra de cantería como las fortalezas coloniales de El Castillo y La Punta, y los torreones de Joa y del Cementerio.
Para los vacacionistas la ciudad encierra además una gastronomía muy peculiar a base de plantas, con platos como el Bacán, especie de tamal de plátano verde, el ajiaco o el pescado cocido con leche de coco.
La flora sigue pródiga en diversidad y endemismo, donde predominan la conífera, la palma real, plantaciones de cacao y cocotero del país e importantes reservas de madera dura y preciosa.
Mientras, la fauna está privilegiada por la presencia del almiquí, fósil viviente en peligro crítico de extinción, moluscos como la Polymita picta (la que por su variedad cromática es considerada el caracol más bello de la Tierra) y otros invertebrados.
Cotorras, cateyes, pájaros carpinteros, zorzales, manatíes, anfibios y reptiles también destacan en su extensa biodiversidad animal, para deleite de los amantes de la naturaleza.