La mayor de Las Antillas, plaza turística por excelencia en el Caribe, trabaja por la diversificación de las ofertas para ir más allá de las tradicionales opciones de sol y playa.
En esa dirección la isla cuenta con el complemento de una naturaleza única, y capaz de satisfacer la demanda de los clientes más exigentes con propuestas de senderismo, observación de aves y ecoturismo.
El archipiélago cubano dispone de 110 mil 922 kilómetros cuadrados, incluidos 746 kilómetros de costas, y una longitud general de mil 250 kilómetros desde el más occidental Cabo de San Antonio hasta la más oriental Punta de Maisí.
Además, se incluyen 200 bahías, unos dos mil cayos e islotes y 588 kilómetros de playas clasificados por su importancia para el turismo.
Entre los paseos más demandados está el que involucra al sitio oriental de la Sierra Maestra, el Pico Turquino, la montaña más alta con mil 974 metros.
Ese Parque Nacional, con 17 mil 450 hectáreas, descuella por estar repleto de ríos, bosques, cumbres, valles, aves; sin embargo, este verdor maravilloso se encuentra en otras partes de Cuba.
También se suman sitios emblemáticos como el Valle de los Ingenios, tesoro único del desarrollo de la industria azucarera donde se mezcla monumentos, sociedad y naturaleza, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Asimismo, Topes de Collantes, la Sierra del Escambray, los parques nacionales de Caguanes, Península de Guanahacabibes, Viñales y Alejandro de Humboldt.
En el listado se incluyen además la Reserva Ecológica Varahicacos, la Península de Zapata, Boca de Yumurí, El Yunque y el Sendero Natural Arqueológico El Guafe.
Por otra parte, el acercamiento a la naturaleza desde una opción de playa o ciudad añade valor al producto turístico, apoyado en el creciente interés de los visitantes en conocer la realidad de los campos cubanos y disfrutar de un medio casi virgen que llama sin cesar a la aventura.
En esa dirección, la fauna cubana cuenta con unas 16 mil 500 especies descritas, en un contexto donde algunos grupos zoológicos muestran un endemismo superior al 90 por ciento, mientras la flora autóctona registra más de seis mil 300 variedades, en un panorama multicolor y de las más diversas formas.
Los sistemas cavernarios se suman al turismo, toda vez que las entidades especializadas contabilizan a lo largo y ancho de la isla más de 10 mil cuevas, muchas de ellas con unos 25 millones de años de evolución.
En la porción más occidental destacan el sistema cavernario de Santo Tomas, con más de 45 kilómetros de galerías enterradas en la Sierra de Quemados, y la Cueva del Indio.
Otra de las opciones subterráneas que ha gozado durante muchos años de gran fama entre los visitantes y los cubanos es la Cueva de Bellamar, en Matanzas.
Con una longitud total de 23 kilómetros y una antigüedad de 300 mil años, está conformada por tres cavernas, que se considera que fueron una sola en tiempos remotos: Bellamar, El Jarrito y Soto Jíbaro.
La amplia relación de sitios subterráneos para los visitantes incluye a las cuevas de Cuyaguateje, del Cable, de Simón, Paredones, Los Tomates, Quintanal, Aston, Caguanes, Palmarito, La Patana, Solapas de Jauco\ y Caleta del Rosario, entre otras.