La Habana, principal ciudad de la mayor de Las Antillas y pieza clave en la industria turística nacional, figura entre los sitios de preferencia para los miles de visitantes que acuden cada año a la isla desde los más diversos destinos del mundo.
El núcleo primario de la capital cubana, con una historia que tiene su inicio hacia 1519, conserva una verdadera colección de castillos, fortalezas e inmuebles de alto valor patrimonial, edificados en torno a un sistema de plazas, mezcladas con monasterios y templos.
Esos espacios abiertos marcaron el entramado de la llamada ciudad intramuros, con especial destaque para las plazas de Armas, de la Catedral, la llamada Vieja, del Cristo y la de San Francisco.
La primera de ellas esta considerada el corazón de la antigua ciudad, pues a partir de la misma comenzó la expansión de la entonces villa de San Cristóbal de La Habana.
Su ubicación se vincula con la tradición del primer cabildo celebrado el 16 de noviembre bajo una frondosa ceiba, muy cerca del litoral, para dar los primeros pasos en la creación de la actual capital de la isla.
Precisamente frente a aquel árbol, renovado por varias generaciones de habaneros, se delimitó la primera plaza de la villa, que recibió el nombre definitivo a partir de 1584 al ser utilizado su espacio para ejercicios militares.
En 1828 se inauguró en sus alrededores El Templete, pequeño edificio de estilo neoclásico que conserva en su interior tres pinturas del artista plástico francés Jean Baptiste Vermay, las cuales ofrecen a los visitantes una versión del acto fundacional de la villa y la bendición de la ciudad por el obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada y Landa.
Sin embargo, la edificación más representativa del entorno es el Palacio de los Capitanes Generales, construido entre 1776 y 1791 y considerado la obra más bella de la colonia española en la mayor de Las Antillas.
El inmueble cumplió las más diversas funciones, desde cárcel, sede del gobierno y del Ayuntamiento de La Habana hasta acoger en la actualidad al Museo de la Ciudad, abierto al público desde hace mas de dos décadas.
Una amplia colección de valiosos exponentes constituyen un atractivo único para los visitantes, en especial el salón de las banderas, donde se conserva la primera enseña traída a la isla por Narciso López, la enarbolada por el Padre de La Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y pertenencias de figuras ilustres como José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
Otro de los polos de interés de la Plaza de Armas esta en el Palacio del Segundo Cabo, sede de la Intendencia y Casa de Correos en época de la colonia hasta acoger en nuestros días al Instituto Cubano del Libro.
La antigua residencia de los Condes de Santovenia, localizada en el entorno de la Plaza de Armas, se muestra con orgullo convertida en el Hotel Santa Isabel, operado por la compañía Habaguanex S.A.
Los atractivos de la zona se complementan con instituciones como el Museo de Historia Natural, la Casa del Agua y el restaurante La Mina, vinculados en una mezcla capaz de llevar a los turistas y visitantes a un recorrido hacia siglos pasados.