La villa de la Santísima Trinidad, entre los siete primeros asentamientos establecidos por los españoles en el archipiélago cubano, destaca por sus valores patrimoniales y la riqueza de su arquitectura, elementos de interés para el turismo.
Conocida además como la Ciudad Museo de Cuba, a sus 506 años de vida tiene el privilegio de ser una de las localidades coloniales del país y califica además entre los conjuntos arquitectónicos más completos y conservados del continente americano.
Asimismo, sirvió de ruta hacia la conquista de nuevos territorios, asentada junto a las márgenes del río Guaurabo, donde los españoles encontraron una población aborigen utilizada como mano de obra.
Destino de obligada visita en la central provincia de Sancti Spíritus ha recibido reconocimiento mundial y su centro histórico es Patrimonio Cultural de la Humanidad junto al Valle de los Ingenios, uno de sus principales sitios de interés.
Cabe mencionar que las haciendas que lo integraban representan un fiel exponente de la industria azucarera y hasta nuestros días llegaron los restos de las maquinarias de la época, de las casas señoriales y los barracones de esclavos.
En el centro histórico de Trinidad se aprecia una verdadera mezcla de estilos constructivos de los siglos XVIII, XIX e inicios del XX, con calles empedradas y estrechas flanqueadas por inmuebles con trabajos de maderas preciosas, complicadas obras en hierro y paredes decoradas.
En la Plaza Mayor, eje central de la antigua villa, se localiza una estatua de Terpsícore -musa de la danza y la música-, acompañada de la singular belleza de la iglesia de la Santísima Trinidad, fiel guardián de valiosas piezas del tesoro religioso de la isla.
Además, las plazas de Santa Ana y de las Tres Cruces, el Campanario de San Francisco y numerosos palacetes aportan un toque de belleza única a la ciudad, la cual dedica cada año enormes esfuerzos a la conservación de las edificaciones centenarias que en ella se localizan.
Entre los inmuebles de mayor relevancia está el Palacio del Conde Brunet, actual sede del Museo Romántico, y cuyo primer propietario estuvo también vinculado con la construcción de un teatro que llevó su nombre y la puesta en marcha de un ferrocarril entre la urbe y el puerto de Casilda.
La artesanía es otro elemento distintivo de Trinidad, pues tanto el barro como el tejido conforman extraordinarios recuerdos, al tiempo que han trascendido en calidad de importante valor cultural.
Por ello, fue declarada por el Consejo Mundial de Artesanías como Ciudad Artesanal del Mundo, y la UNESCO le confirió la condición oficial de Ciudad Creativa en Artesanía y Artes Populares.
A una docena de kilómetros de la villa se extienden las suaves arenas de Playa Ancón, dueña de cálidas y tranquilas aguas tributadas por el Mar Caribe, en un ambiente que invita a la práctica de los más dive506 arsos deportes náuticos.